Ayer fue el día de la "mujer trabajadora". Perdonadme que no lo celebre con fuegos artificiales; pero es que creo que todos los días son de las mujeres. No digo que no lo sean de los hombres también, pero sigo pensando que la fortaleza y la valentía de muchas féminas sostienen el frágil equilibrio en el que gestamos la sociedad. Repito, que no quito ningún mérito al género varonil, no se me vayan ahora a enfadar mis chicos ;-)))) Y sin duda hay mucha mujer que deja mucho que desear, eso también.
Pero personalmente, sigo creyendo que un hombre tierno y detallista gana muchos puntos. Los besos sin pedirlos, los abrazos oportunos, los mensajes llenos de dulzura, la entrega entendida como estilo de vida... son tantas las cosas que las mujeres valoramos en los hombres, que a veces un pequeño esfuerzo es más que suficiente para hacernos caer rendidas a vuestros pies. Y lo sabéis.
Me apasiona el hombre que sabe llegar al corazón de una mujer sin hacerle chantaje de ningún tipo; me apasiona el saber estar, la conversación inteligente (la inteligencia), la ternura sin máscaras, el romanticismo de Bécquer (y Pedro Salinas). Me encanta el hombre que cada día tiene un detalle, por pequeño que sea; el hombre que sonríe -y hace sonreír- desde que se levanta, el que sabe ver el lado bueno de todo, el que arropa y dulcifica el camino. Soy fan del hombre que carga con el peso, que ayuda, que acompaña, que se sacrifica. Adoro a los hombres que demuestran pasión y deseo sin caer en la vulgaridad. Y por encima de todo, amo al hombre generoso, al que es capaz de anteponerlo todo por el bienestar de los demás. Ese es el hombre que enamora. En todos los sentidos.
Así pues, mis chicos, cultivemos relaciones llenas de luz y de afecto; más cariño, más mimos, más piropos, más galantería. Seamos especiales y hagamos sentir especiales, únic@s, diferentes. Y que al mirar atrás, solo haya magia...
Os espero al calor del saloncito.
Para detener el tiempo por un rato...
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