sábado, 21 de septiembre de 2013
** DE LEALTADES VARIAS
Yo soy muy de impulsos, lo reconozco. Pero lo prefiero así, afrontar lo que sea en el momento en que está candente y luego zanjar el tema. Porque al calorcito de la batalla quizá las cosas sean más crudas, pero está todo más fresco y más claro. Si dejamos que pase el tiempo, lo más probable es que la herida se vaya cerrando en falso y parezca que todo está bien, que no ha pasado nada. Pero la realidad es que todo sigue subyaciendo, seguramente más envenenado que al principio.
Por esa misma razón, me encanta la gente sincera y directa. La gente que reflexiona (y hace autocrítica) y es capaz de poner las cartas sobre la mesa, sin guardarse ninguna. Me gusta la gente que no me vende, la gente en la que puedo confiar con los ojos cerrados. Porque la lealtad es una apuesta que nunca falla. Eso es lo que hace grandes e importantes a los amigos; la seguridad que nos brindan, la tranquilidad de sabernos cuidados y arropados, la certeza de que no nos van a juzgar.
Cuidemos a nuestra gente, a la que ha decidido quedarse en nuestra vida a pesar de los pesares. Cuidemos locuras ajenas y manías propias, porque al final eso es lo que nos hace únicos e irrepetibles. Negociemos, relativicemos, valoremos, agradezcamos, soñemos juntos... y encontremos el equilibrio, que es la única llave hacia el éxito. Con los amigos, con la pareja, con la familia, con un ligue, en el trabajo...
Paz y bien, mis chicos.
Pongamos magia allí donde la vida nos quiera llevar...
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