Ya he confesado otras veces mi devoción por Risto Mejide; sus formas pueden ser discutibles, pero sus fondos (casi) siempre son acertados, honestos y directos. Vamos, esos valores que brillan por su ausencia y que a mi, personalmente, me cautivan.
Os dejo este artículo, muy en su línea.
Y que a pesar de todo, rezuma hasta cierta esperanza...
Besos, mis chicos.
El invierno parece que se resiste a irse, pero acabará por salir el sol.
De mientras, dejaos mimar en el saloncito;
llenad vuestro horizonte de sensaciones maravillosas
y cubrid vuestro cuerpo de caricias.
Al calor de la ternura....
No
busques trabajo. Así te lo digo. No gastes ni tu tiempo ni tu
dinero, de verdad que no vale la pena. Tal como está el patio, con
uno de cada dos jóvenes y casi uno de cada tres adultos en edad de
dejar de trabajar, lo de buscar trabajo ya es una patraña, un
cachondeo, una mentira y una estúpida forma de justificar la
ineptitud de nuestros políticos, la bajada de pantalones
eurocomunitaria y lo poco que les importas a los que realmente
mandan, que por si aún no lo habías notado, son los que hablan en
alemán.
No
busques trabajo. Te lo digo en serio. Si tienes más de 30 años, has
sido dado por perdido. Aunque te llames Diego Martínez Santos y seas
el mejor físico de partículas de Europa. Da igual. Aquí eres un
pringao demasiado caro de mantener. Dónde vas pidiendo nada. Si ahí
afuera tengo a 20 mucho más jóvenes que no me pedirán más que una
oportunidad, eufemismo de trabajar gratis. Anda, apártate que me
tapas el sol.
Y
si tienes menos de 30 años, tú sí puedes fardar de algo. Por fin
la generación de tu país duplica al resto de la Unión Europea en
algo, aunque ese algo sea la tasa de desempleo. Eh, pero no te
preocupes, que como dijo el maestro, los récords están ahí para
ser batidos. Tú sigue esperando que los políticos te echen un
cable, pon a prueba tu paciencia mariana y vas a ver qué bien te va.
Por
eso me atrevo a darte un consejo que no me has pedido: tengas la edad
que tengas, no busques trabajo. Buscar no es ni de lejos el verbo
adecuado. Porque lo único que te arriesgas es a no encontrar. Y a
frustrarte. Y a desesperarte. Y a creerte que es por tu culpa. Y a
volverte a hundir.
No
utilices el verbo buscar. Utiliza el verbo crear. Utiliza el verbo
reinventar. Utiliza el verbo fabricar. Utiliza el verbo reciclar. Son
más difíciles, sí, pero lo mismo ocurre con todo lo que se hace
real. Que se complica.
Da
igual que te vistas de autónomo, de empresario o de empleado. Por si
aún no lo has notado, ha llegado el momento de las empresas de uno.
Tú eres tu director general, tu presidente, tu director de marketing
y tu recepcionista. La única empresa de la que no te podrán
despedir jamás. Y tu departamento de I+D (eso que tienes sobre los
hombros) hace tiempo que tiene sobre la mesa el encargo más difícil
de todos los tiempos desde que el hombre es hombre: diseñar tu
propia vida.
Suena
jodido. Porque lo es. Pero corrígeme si la alternativa te está
pagando las facturas.
Trabajo
no es un buen sustantivo tampoco. Porque es mentira que no exista.
Trabajo hay. Lo que pasa es que ahora se reparte entre menos gente,
que en muchos casos se ve obligada a hacer más de lo que humanamente
puede. Lo llaman productividad. Otra patraña, tan manipulable como
todos los índices. Pero en fin.
Mejor
búscate entre tus habilidades. Mejor busca qué sabes hacer. Qué se
te da bien. Todos tenemos alguna habilidad que nos hace especiales.
Alguna singularidad. Alguna rareza. Lo difícil no es tenerla, lo
difícil es encontrarla, identificarla a tiempo. Y entre esas
rarezas, pregúntate cuáles podrían estar recompensadas. Si no es
aquí, fuera. Si no es en tu sector, en cualquier otro. Por cierto,
qué es un sector hoy en día.
No
busques trabajo. Mejor busca un mercado. O dicho de otra forma, una
necesidad insatisfecha en un grupo de gente dispuesta a gastar, sea
en la moneda que sea. Aprende a hablar en su idioma. Y no me refiero
sólo a la lengua vehicular, que también.
No
busques trabajo. Mejor busca a un ingenuo, o primer cliente. Reduce
sus miedos, ofrécele una prueba gratis, sin compromiso, y prométele
que le devolverás el dinero si no queda satisfecho. Y por el camino,
gánate su confianza, convéncele de que te necesita aunque él
todavía no se haya dado cuenta. No pares hasta obtener un sí.
Vendrá acompañado de algún pero, tú tranquilo que los peros
siempre caducan y acaban cayéndose por el camino.
Y
a continuación, déjate la piel por que quede encantado de haberte
conocido. No escatimes esfuerzos, convierte su felicidad en tu
obsesión. Hazle creer que eres imprescindible. En realidad nada ni
nadie lo es, pero todos pagamos cada día por productos y servicios
que nos han convencido de lo contrario.
Por
último, no busques trabajo. Busca una vida de la que no quieras
retirarte jamás. Y un día día en el que nunca dejes de aprender.
Intenta no venderte y estarás mucho más cerca de que alguien te
compre de vez en cuando. Ah, y olvídate de la estabilidad, eso es
cosa del siglo pasado. Intenta gastar menos de lo que tienes. Y sobre
todo y ante todo, jamás te hipoteques, piensa que si alquilas no
estarás tirando el dinero, sino comprando tu libertad.
Hasta
aquí la mejor ayuda que se me ocurre, lo más útil que te puedo
decir, te llames David Belzunce, Enzo Vizcaíno, Sislena Caparrosa o
Julio Mejide. Ya, ya sé que tampoco te he solucionado nada. Aunque
si esperabas soluciones y que encima esas soluciones viniesen de mí,
tu problema es aún mayor de lo que me pensaba.
No
busques trabajo. Sólo así, quizás, algún día, el trabajo te
encuentre a ti.
Risto
Mejide
Feel this moment...
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