Tengo una memoria peculiar; bueno, la mía, eso es obvio (;-D) pero creo que tremendamente poco estimulada. Hay recuerdos muy vívidos, que puedo evocar con todo lujo de detalles y otros recuerdos que he borrado por completo de mi memoria. Y eso me decepciona un poco, la verdad. No sé si es que he vivido tantas cosas, que al final ya no me caben en el disco duro... Bien es cierto que las fotos me ayudan muchísimo a recomponer mapas de antaño. Para ordenar cronológicamente sucesos, que las fechas se me resisten. No sé si será por eso que me gusta tanto la fotografía...
En mis años de juventud, además de estudiar -que mirado con perspectiva, en buena hora la inversión-, lo más importante que había en mi vida era el balonmano; todo giraba en torno al equipo, los entrenamientos y por supuesto los partidos. No me interesaba en exceso la vida social y mi objetivo era ser buena jugadora y ganar. Algo que he arrastrado desde entonces. Me gusta competir y como digo yo, soy mala perdedora pero peor ganadora. Aún recuerdo cierta despedida de soltera que tuvieron a bien ganar mis rivales, porque si no aún estarían pagando el precio de la derrota.... ;-DDD
Aunque los hemisferios cerebrales caminan de la mano y trabajan complementándose, mi hemisferio dominante es el derecho, sin duda alguna; sentimientos y emociones a flor de piel, metáforas, música. Intuición y sensibilidad. No se me pida ser racional ni lógica, porque no es posible. Y así me luce el pelo. Pero bueno, esa es otra historia.
Os dejo este artículo que he encontrado en la red y cuyo enfoque me ha gustado mucho; me ha dado qué pensar, la verdad. Con respecto a la escala de valores que se da en la sociedad, con respecto a lo que dificulta el entendimiento entre personas y sobre todo en las parejas, con respecto a lo que inculca la escuela...
¿Qué domina más en vuestro cerebro?
(...)
Borja
Vilaseca
elpais.com
Si
cada uno de nosotros nace con un potencial, con un talento y con una
misión determinados, ¿por qué en general nos dedicamos a
profesiones que poco o nada tienen que ver con nuestros verdaderos
valores? La respuesta se encuentra en nuestro cerebro. Este órgano
está dividido en dos: el hemisferio izquierdo y el hemisferio
derecho. Curiosamente, cada hemisferio procesa la información que
recibe del exterior de forma distinta. Cada uno está relacionado con
áreas y funciones diferentes. Podría decirse que ambos cuentan con
su propia personalidad.
El
hemisferio izquierdo, por ejemplo, es el responsable del lenguaje
verbal, de la habilidad lingüística, de la capacidad de análisis,
de la resolución de problemas matemáticos, así como de la memoria
y el pensamiento lógico y racional. Es el más intelectual, formal y
convencional de los dos; se le da muy bien absorber y almacenar
información teórica y numérica, como nombres, definiciones o
fechas. Por el contrario, tiende a controlar e inhibir sus
sentimientos. Es el encargado de la organización, el orden, la
estructura y la planificación. Es muy obediente y disciplinado, y se
rige por medio de normas, reglas, protocolos, leyes y procedimientos
estandarizados. Y utiliza el miedo para protegernos y mantenernos a
salvo de potenciales amenazas y peligros.
Este
hemisferio busca certezas y solamente se fija en la dimensión
física, cuantitativa, tangible y material de las cosas. Y le cuesta
mucho percibir los infinitos matices grises que se encuentran entre
los extremos blanco y negro. El hemisferio izquierdo solo considera
válida aquella información que pueda demostrarse a través de
hechos irrefutables, resultados medibles y datos estadísticos
El
hemisferio derecho, por otra parte, está más vinculado con la
experiencia kinestésica y sensorial de todo aquello que sabemos que
no puede expresarse con palabras, y que no por ello es menos real.
Nos brinda la habilidad de interpretar señales, signos y metáforas,
así como la capacidad de soñar y de comprender el significado
oculto de las cosas. Este hemisferio nos conecta con la dimensión
emocional y espiritual de nuestra condición humana; nos permite
sentir la parte cualitativa, intangible e inmaterial de las cosas. Es
el más artístico, original y rebelde de los dos; le gusta salirse
de la norma e ir más allá de lo socialmente establecido. No tiene
sentido del tiempo y está totalmente centrado y arraigado en el
momento presente.
Es
experto en relacionarse con los demás. Destaca por su empatía, su
compasión y su destreza para detectar los aspectos no verbales de la
comunicación. Se le dan muy bien la percepción espacial, el
movimiento y la orientación. Tiene una visión holística de la
realidad, concibiéndola como una unidad donde todo está integrado e
interconectado. Entre otros dones, el hemisferio derecho nos permite
desarrollar la intuición, la imaginación, la innovación y el
pensamiento creativo; tiene facilidad para visualizar ideas e
inventar cosas que no existían y que aparentemente no eran posibles.
Y en definitiva, nos nutre de confianza para atrevernos a seguir
nuestra propia voz interior y, en consecuencia, recorrer nuestro
propio camino.
Los
neurólogos han descubierto que ambos hemisferios actúan a la vez.
Los dos presentan cierta actividad neuronal –en mayor o menor
medida–, independientemente del tipo de tareas que llevemos a cabo.
Ninguno de los dos es más importante que el otro; más bien son
complementarios. Hoy por hoy, la mayoría de nosotros estamos
tiranizados por el hemisferio izquierdo, y es esta descompensación
con nuestro hemisferio derecho lo que impide que muchos conozcamos la
forma de cultivar la intuición y la creatividad necesarias para
reinventarnos profesionalmente.
El
hemisferio izquierdo del cerebro sigue siendo el único protagonista
en las aulas. La inteligencia y el valor de las nuevas generaciones
se siguen midiendo con la puntuación que los estudiantes sacan en
los exámenes, colegios, institutos o universidades. Y es que
seguimos creyendo que el pensamiento lógico y el conocimiento
racional son superiores a la intuición, la imaginación y la
creatividad.
Si
bien las habilidades del hemisferio izquierdo nos han dado buenos
resultados a lo largo de la era industrial, para la era del
conocimiento que está emergiendo ya no van a ser suficientes. Ha
llegado la hora de potenciar nuestro hemisferio derecho y promover un
sano equilibrio entre ambos. Para lograrlo, el reto es descubrir un
medio profesional para canalizar todo el potencial innato que reside
en nuestro interior. De pronto encontramos la manera de conjugar una
serie de elementos que antaño parecían contradictorios e
incompatibles, como por ejemplo la pasión con la profesión. El quid de la cuestión es si somos lo
suficientemente valientes como para escuchar lo que sentimos en
nuestro corazón.
PD1: Gracias por un delicioso bollo de matequilla con una no menos deliciosa compañía.
PD2: 4u...
(Si no te tengo aquí,
no sé vivir...)
PD3: Recordad que el saloncito estará abierto desde mañana día 24 de Marzo y hasta el viernes día 5 de Abril en horario completo (de 9:00 a 21:00 h.). Regalaos una sesión de ternura que os llenará de energía y de paz. ¡Mil besos!
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