miércoles, 20 de marzo de 2013

** LA DECEPCIÓN ANTE LA EXPECTATIVA


La decepción es uno de los sentimientos más devastadores que nos puede invadir. En menor o mayor medida, todos nos hemos sentido decepcionados en algún momento. Con amig@s, con trabajos, con situaciones, con amantes... y siempre sucede por el mismo denominador común: las expectativas. Es inevitable esperar mucho de todo aquello que en un momento determinado nos llena, nos gusta, nos apasiona; pero la cruda realidad casi siempre acaba superando al más dulce de los sueños. La decepción nace cuando se unen dos emociones primarias, la sorpresa y la pena, convirtiéndose en una fuente de estrés psicológico.

(extraído de Psicología para todos)

"Generalmente interactuamos con objetos o con los demás en base a nuestras creencias, imágenes y representaciones que tenemos de las cosas y las personas, sin que necesariamente nuestra percepción sea la realidad. Muchas veces visualizamos a otros como los imaginamos o suponemos que son, bien sea por engaño de ellos, de nuestros sentidos o de falsas impresiones.

La decepción se presenta cuando le adjudicamos a una cosa, situación o persona atributos que no tiene y "descubrimos" que no los posee. 
Entonces, podemos desilusionarnos, desencantarnos, frustrarnos, contrariarnos, ponernos bravos o caer en despecho, desesperanza, tristeza, amargura, desánimo o depresión, por el fiasco que tuvimos.


En el campo del amor, siempre la pareja despierta sentimientos, ilusiones, esperanzas especialmente atractivas, e imágenes-objetivos hacia el futuro. Se quiere ser feliz, tener un hogar, hijos y éxito profesional conjunto, entre tantas cosas. Cuando estas representaciones mentales no se logran, surgen decepciones de vida. En innumerables casos, las parejas cuando se enamoran, se ven mutuamente a través del prisma del amor. Esto distorsiona la realidad. Así se pueden minimizar o ignorar defectos personales e incrementar o distinguir virtudes inexistentes. Luego, ya cónyuges, se descubren tal y cual son y sobreviene el desengaño, la decepción. De la ilusión pasamos a la desilusión. Se sale del engaño o del error de apreciación en que se estaba.


Lo primordial para no ser decepcionados permanentemente, es intentar ser lo más objetivos que podamos, no crearnos falsas esperanzas, evaluar las situaciones evitando juicios emocionales, y valorar y apreciar a las personas en su justa dimensión.

La otra cuestión que se nos presenta es que seamos nosotros mismos quien decepciona a un tercero y este nos dice: "¡Me has decepcionado!". Lo cual suele provenir de un ser querido, padre, hermano, pareja o hijo, y nos llena de dolor y angustia. Para prevenir que esto ocurra nunca mintamos, no aparentemos ser lo que no somos, seamos auténticos y mostremos nuestras virtudes así como los defectos."






PD: Amar incluso aunque no se merezca...

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