La decepción es uno de los sentimientos más devastadores que nos puede invadir. En menor o mayor medida, todos nos hemos sentido decepcionados en algún momento. Con amig@s, con trabajos, con situaciones, con amantes... y siempre sucede por el mismo denominador común: las expectativas. Es inevitable esperar mucho de todo aquello que en un momento determinado nos llena, nos gusta, nos apasiona; pero la cruda realidad casi siempre acaba superando al más dulce de los sueños. La decepción nace cuando se unen dos emociones primarias, la sorpresa y la pena, convirtiéndose en una fuente de estrés psicológico.
(extraído de Psicología para todos)
La decepción se presenta cuando le adjudicamos a una cosa, situación o persona atributos que no tiene y "descubrimos" que no los posee. Entonces, podemos desilusionarnos, desencantarnos, frustrarnos, contrariarnos, ponernos bravos o caer en despecho, desesperanza, tristeza, amargura, desánimo o depresión, por el fiasco que tuvimos.
Lo primordial para no ser decepcionados permanentemente, es intentar ser lo más objetivos que podamos, no crearnos falsas esperanzas, evaluar las situaciones evitando juicios emocionales, y valorar y apreciar a las personas en su justa dimensión.
La otra cuestión que se nos presenta es que seamos nosotros mismos quien decepciona a un tercero y este nos dice: "¡Me has decepcionado!". Lo cual suele provenir de un ser querido, padre, hermano, pareja o hijo, y nos llena de dolor y angustia. Para prevenir que esto ocurra nunca mintamos, no aparentemos ser lo que no somos, seamos auténticos y mostremos nuestras virtudes así como los defectos."
PD: Amar incluso aunque no se merezca...
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