Me pide Luna (¡¡gracias, cielo!!) una pequeña reflexión sobre cómo encajar la sensación de que nos hemos equivocado cuando tomamos una decisión. No es el mejor momento para que yo hable de tomar decisiones acertadas, porque si echo la vista atrás, creo que tengo un amplio ramillete de opciones menos buenas, las cosas como son; pero también es verdad que la vida se hace así, paso a paso y que nos toca otra que vivir lo que nos viene lo mejor que podemos y que sabemos.
A esos momentos de grandes decisiones yo los llamo "puntos de inflexión"; son esos momentos clave en la vida en la que nos hemos decantado hacia uno u otro lado cuando sabíamos que en base a esa decisión, se iba a edificar una parte importante y seguramente decisiva de nuestra vida. Yo puedo identificar unos cuántos puntos de esos, la verdad; empezando por la carrera que elegí estudiar -con todo lo que ello supuso-, siguiendo por cierta noche lentillera, por la elección de un trabajo en vez de otro, por la elección de un deporte en vez de otro; por amores (el amor siempre es clave, Luna ;-)) y, obviamente, desamores. Puntos clave.
Pero como a toro pasado ya no sirven lamentaciones, creo que la mejor opción es asumir que las decisiones tenían que ser esas. O quizá no, pero que son las que han sido y nos han ido llevando hasta donde estamos. Que será un presente más o menos bueno, más o menos dulce o más o menos afortunado, pero es el que es y hay que bregar con lo que tenemos. Podemos aprender de los errores, eso sin duda y procurar que lo venidero nos vaya llevando a buen puerto. Pero como siempre habrá que elegir -desgraciada o afortunadamente, nunca se puede tener todo-, pues elijamos con paz, con serenidad y con confianza. Que si dejamos que la vida nos sorprenda, casi todo puede ofrecernos un rayito de magia (y de esperanza)...
...así que, en realidad, la única verdad es que la vida hay que beberla a tragos, disfrutarla todo lo posible, emborracharnos de luz y de felicidad; la vida está ahí, esperando a que nos lancemos a la aventura, esperando a que decidamos, porque cada segundo cuenta. La vida se escurre con cada latido, no podemos permitirnos el lujo de perder el tiempo en lo que pudo haber sido y no fue... porque no siempre vamos a encontrarnos el camino lleno de pétalos; las espinas están, existen de verdad y sólo podemos dejar que nos pinchen, llorar, dejar que el dolor mitigue y seguir caminando. No hay otra.
Gracias a tod@s l@s que hacéis mi camino mucho más tierno, más amable, más amoroso, más generoso, más... todo. Gracias de corazón.
PD: Me has enseñado... que el orgullo no trae nada bueno.
"...mira la vida como vuelve y te sorprende,
mira la vida qué fondo tiene el cajón,
mira la vida que regala
todas las flores que tiene,
aunque algunas las arranque con dolor..."
No hay comentarios:
Publicar un comentario