En la vida hay una premisa que prácticamente nos lleva de la mano hacia la felicidad: divertirnos con cada proyecto en la que nos embarcamos. Divertirnos con nuestra pareja, con nuestro trabajo, con nuestr@s amig@s, con nuestros hobbys, con las obligaciones que decidimos adquirir. Pero divertirnos. Sentir que estamos haciéndolo bien, que estamos en el lugar correcto; sentir que aprendemos, que crecemos, que vamos siendo mejores. Y saber que no descuidamos nada por querer brillar en algo. Podemos ser grandes en todo lo que nos proponemos sin descuidar nada ni a nadie. Por supuesto, hay que equilibrar y armonizar esfuerzos.
Tenemos la obligación de ser felices y de hacer felices a la gente que ha decidido ser parte de nuestra vida, de un modo u otro. Les debemos nuestro mejor yo y para eso, tenemos que estar bien; sencillos, amorosos, pacientes, dulces... y eso solo se consigue si somos capaces de reinventarnos en los malos tiempos y de entregarnos sin límite en los buenos. Si somos capaces de sonreir, aunque las cosas se compliquen. Si mantenemos la esperanza de que nuestros sueños nos pertenecen y que somos capaces de conseguirlos si luchamos con paciencia y sensatez.
No sé si todo pasa por algo o la vida se guarda sus propios ases en la manga para no resultar previsible ni aburrida, no lo sé; pero lo que si sé es que las cosas hay que cogerlas como llegan y pelearlas en el momento en que suceden, ni antes ni por supuesto, después. Solo cuando llegan y son tangibles, solo. Anticiparse solo sirve para hacernos daño gratuitamente...
Junio nos envuelve, de camino a la primavera.
Dejémonos envolver de luz, de paz, de ganas, de fe...
...de ternura.
Os espero.
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