Me ha llegado un email precioso al buzón (¡¡gracias, chica guapa!!) y su temática tiene que ver con el Amor, la Comunicación y la Sinceridad (en la diana, ¡oiga!). Los pilares del día a día que tanto complican las relaciones humanas. Y sí, digo complicar, porque cuando mezclamos sentimientos en plan cóctel, hasta la sombrillita del mismo se nos marchita ;-)
Huelga decir que una buena comunicación es la base de toda relación que nos importe de verdad; Comunicar significa decir en voz alta, decir con claridad, decir con sencillez y bondad. Comunicar significa desear el bien ajeno con nuestras críticas (constructivas, claro, del verbo construir, ¡que no se nos olvide!), desear un cambio que aporte en positivo a cada una de las personas que participan en el puzzle que nos montamos a nuestro alrededor. Comunicar es, en definitiva, seguir apostando por el sueño que nos hace felices. Pelear. Luchar.
Y además de decir con cariño, también tenemos que hacer con cariño. Debemos establecer prioridades y tener claro que los afectos no excluyen sino que se complementan. Si algo o alguien saca lo mejor de nosotr@s mism@s, lo debemos compartir con toda la alegría del mundo, porque, sin duda, nos hará bien. Debemos ser detallistas, empátic@s, pacientes; debemos escuchar, que es primordial, pero escuchar con ganas de oir, no con ansias de juzgar.
Y en un ejercicio de humildad, debemos ser sinceros. Para decir y para escuchar. Que no siempre nos gusta oir las verdades que dejan en evidencia nuestros fallos, nuestros puntos débiles, nuestros pequeños espacios de orgullo mal entendido.
No es fácil comunicar(se), eso es verdad; pero la confianza en la otra persona y el deseo sincero de ofrecer lo mejor que somos y tenemos, hace la mitad del trabajo. Trabajo diario, dicho sea de paso. Trabajo de apostar, de intentar, de ensayar, de sembrar y recoger. Un trabajo de fe. Y es que por eso fracasan las relaciones, porque hay que trabajar mucho, porque hay que hacer una autocrítica amorosa que no siempre estamos dispuestos a hacer, porque hay que sentarse y reflexionar. Y pedir, y escuchar, y dar, y creer, y observar, y sumar, y rectificar...
...porque no pasa nada si nos equivocamos. Es más, es casi hasta necesario hacerlo porque de todo error se aprende (si queremos aprender, claro). Las equivocaciones, los fallos, las crisis... nos sirven para CRECER que, al final, es el camino que la vida nos ofrece.
Una vez más, gracias a tod@s y cada un@ de l@s que os asomáis a la ventanita del saloncito. Como siempre, es un placer...
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