lunes, 14 de septiembre de 2009

** SOCIEDAD DEL BIENESTAR

Si va todo bien, que espero que sí, me han admitido en un curso de temática social -otra de mis grandes pasiones- para formarme como docente más específica en éste área. La verdad es que me veo un poco mayor para embarcarme en historietas nuevas pero no lo puedo remediar: me encanta aprender. Todo lo que me enseñe, me active el cerebro, me ayude a ser crítica, me despeje caminos de tolerancia y entendimiento, me atrae. Creo que no hay que dejar de tener sueños, por locos o delirantes que les parezcan a los demás, si a nosotros nos hacen felices.



Nos pasamos la vida encorsetados en roles que generalmente ni nos gustan, nos dedicamos a trabajos que no nos llenan, descuidamos nuestros hobbys y nuestro tiempo de ocio pierde calidad. Se pasan los años y la sensación general es "¿qué estoy haciendo con mi vida?". Esas crísis, mayores o menores pero por las que todos pasamos, las solventamos de diferentes modos, según la necesidad del momento. La mayoría de las veces hacemos oídos sordos a nuestros anhelos más profundos y nos autoconvencemos de que la vida es dura y que sufrir un poco tampoco está tan mal, que no estámos mal. Otras veces nos quejamos en petit comité e incluso nos animamos a hacer alguna actividad que disfraza los deseos más profundos. Y a veces, sólo a veces, tenemos las agallas suficientes para lanzarnos a la deriva y luchar por lo que queremos de verdad, lo que soñamos de verdad. Seguro que de todas las personas que conocemos, sólo unos cuántos pueden decir que están haciendo con su vida lo que siempre habían soñado y que son felices de verdad. El resto de los mortales, nos vendemos, nos amilanamos, nos quedamos en la orillita de la vida. Y dejamos que el tiempo nos haga sabios. Pero nada más.



No pretendo, ni mucho menos, hacer demagogia barata, para nada. Hace falta dinero para vivir y lo necesitamos para cubrir las necesidades más básicas, eso es absolutamente cierto. Pero también es cierto -como os decía el otro día- que vivimos envueltos en una maraña de consumo indecente y bárbaro que asumimos como si no hubiera otra forma de vivir. Nos hemos acostumbrado a que los fichajes de un equipo de fútbol se mesuren en miles de millones -con los que se podría hacer mucho bien-, que nuestros políticos cobren mucho por hacer -me váis a perdonar- más bien poquito. Estámos acostumbrados a que nos cosan a impuestos que luego no revierten como deberían -Escandinavia es un modelo increíble en ese tema-; gastamos en tecnología de última generación, en cosas y cositas que en dos días están dando vueltas por casa. Evidentemente, es la sociedad del bienestar y vivimos en el Primer Mundo pero...¿cuatro millones de parados?


Me váis a perdonar este post de hoy, pero es que aunque no quiera mirar de frente el mundo y sus cositas, hay muchas razones por las que ser rebeldes y quejarse, aunque sólo sea un poquito.

2 comentarios:

javito dijo...

Hola Larri!!

Me alegro por tí de que tengas esa mentalidad y esas ganas de vivir.

Aunque ya hace algún tiempo que no participo en tu blog -con algún que otro comentario- sí que de vez en cuando he ido leyendo lo que vas publicando, como no!!

Espero poder pasarme esta semana que viene por tu saloncito, que tengo la espalda...

De todas maneras, ya te avisaré.

Un saludo.

Anónimo dijo...

¡ Un beso Larri !, he estado absorbido por distintas cosillas, poco a poco todo se va normalizando, volveré para disfrutar de tu saloncito con calmita.