La salud es eso que damos por hecho y que únicamente valoramos cuando la perdemos. En primera persona o alguien de cerca. La salud es un pasaporte de bienestar, de equilibrio, de estabilidad contextual. Desde luego no es lo único pero es lo suficientemente básico como para darle la importancia que tiene.
Nos pasamos la vida maltratando nuestra salud: excesos de tabaco, de alcohol, ¡¡de trabajo!!. Descanso insuficiente y de una calidad más que dudosa, una alimentación a todas luces desequilibrada, pésimas posturas corporales (ordenador, coche...), contaminación acústica, intoxicación televisiva, desarraigo de los afectos, inmunidad a los problemas ajenos... Maltratamos el CUERPO, la MENTE y el ALMA.
Y un día nos levantamos de la cama y algo se parte en dos; sentimos dolor, tristeza, malestar. Sentimos las ganas abandonar, de no luchar más, ganas de parar el mundo y respirar hondo para ver si nuestros pulmones pueden insuflarse de algo más que de oxígeno. Pero resulta que ni el mundo se para ni los problemas desaparecen por arte de magia. La vida -compleja, divina, mágica, poderosa, terrible- se hace así así, a ratitos, a trazos y borrones (Rosana), a golpe de esperanzas maltrechas. Y pasado el berrinche, sólo nos queda volver a lanzarnos a la aventura de ser felices. Que nadie dijo que fuera fácil pero sí que es una obligación. Así que dejemos esos dias pordioseros, desvalidos y míseros y obliguémonos a dar lo mejor de nosotros mismos, obliguémonos al optimismo y a la esperanza, a ser un poco happys y otro poco hippies relativizando todo porque todo tiene algo bueno de lo que podemos aprender mucho.
Las encrucijadas son para crecer y son imprescindibles; hay que tomar decisiones, valorar lo que somos y lo que queremos ser, lo que tenemos y lo que queremos tener. Y como los sueños no llegan a la puerta de casa, pues hagamos que nuestras manos los construyan. No sé qué me traerá el día de hoy pero he decidido que hoy es uno de esos días para no rendirse, para volver a creer en la esperanza, para atiborrar de optimismo la autoestima. Una vez más y mientras llega vayaudasaberqué, disfrutemos del hoy y el ahora, de los pequeños detalles, de sonrisas, abrazos y miradas que se nos regalan cada día. Recordémonos, cuando se nos olvide, que mientras no se demuestre lo contrario, tenemos una sóla vida para vivir. Y que vivir no es únicamente, pasar las hojas del calendario...
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