¿Cómo vamos creando nuestro año? por Inma Capo
"Cada vez que iniciamos un nuevo año, tras las fiestas que tan rápidamente quedan atrás, nos queda por delante, nada más y nada menos, la puesta en marcha de los planes de acción necesarios para alcanzar los objetivos que nos hemos propuesto, -esta vez sí, ¡definitivamente lo voy a hacer!, seguro, ya verás...- y que quizás, sólo quizás, sean los mismos de años anteriores, que se quedaron en vanas promesas que fueron perdiendo fuerza con la cuesta de enero… y ya pasó marzo… ¿y, qué tal llevamos los planes?
Seguramente este nuevo año, día a día, acabará tal como comenzó, como todos los demás, porque habremos seguido haciendo exactamente lo mismo que hemos venido haciendo hasta hoy, amparados por la rutina fácil y conocida que nos da nuestra zona de comodidad, de la que nos es tan difícil salir, sobre todo porque nuestras excusas, muy bien aprendidas, programadas y repetidas, están ahí para evitarlo. Es decir, este año no tendrá nada de nuevo, a no ser el dígito final del calendario. Será otro año más, igualito que los anteriores. Porque… ¿para qué cambiar? ¿Para qué plantearse nuevos retos, nuevos desafíos, nuevos aprendizajes?
Sin embargo, cuando pregunto a la gente si le gusta la vida que lleva, si le gusta la sociedad en la que vive y lo que ve a su alrededor, si es realmente feliz, la respuesta es siempre la misma: NO. Tras esta afirmación, se esgrime inmediatamente toda una sarta de quejas, acusaciones y culpabilidades, seguida de una retahíla de justificaciones que soportan el quedarnos como estamos, es decir, igual, haciendo más de lo mismo, porque el cambiar realmente nos aterra y si hasta ahora hemos sobrevivido, pues más vale eso que nada. Y para consolarnos, nos diremos internamente que estamos vivos y que otros ya no pueden contarlo, que los hay que están mucho peor, que al fin y al cabo no todos tenemos suerte, que cada cual es diferente y no todos podemos ser triunfadores, o felices, o dichosos, o sanos, o ricos, y que no hay más que mirar a nuestro alrededor para ver lo mal que están las cosas. Y que yo ya estoy haciendo todo lo que puedo, que los hay que ni siquiera eso…
“Todo lo que puedo”… ¿de verdad, realmente? ¿Todo, todo? ¿O todo lo que creo que puedo? O lo que creo que puedo coincide con lo que sé, y lo que creo que sé quizás coincide con lo que creo que soy o que los demás me han dicho que soy o he de ser… y por eso “yo soy así y no puedo cambiar”… y, total, para qué cambiar nada si las cosas no dependen de mí… cuando vea que los demás hacen algo para cambiar, ya veremos, que no es tan fácil, y con la crisis que hay…
¿Te suena algo de esto? ¿Lo has escuchado antes o lo has dicho tú mismo...?
De todos estos autoengaños, que funcionan a la perfección para conseguir quedarnos igual, lo único cierto es que estamos es una época de crisis, de entre las muchas que ya hemos ido conociendo a lo largo de nuestra vida. Pero ¿quién genera la crisis? ¿Acaso se genera de un día para otro? ¿Y cómo es que los grandes analistas no la ven venir? Y todo eso, que se repite a lo largo de nuestra larga historia, sin que por lo visto aprendamos de una vez para otra, ¿por qué y para qué?
Por qué: en efecto, hay crisis, pero es crisis generada por la mentalidad de la población, crisis por excesiva permisividad (mal llamada "tolerancia") y pasotismo ante los temas realmente importantes; crisis de conciencia, crecimiento y evolución, porque, claro, ello implica un cambio interno muy profundo al cual muy poca gente se atreve, porque su ego se lo impide, sin lo cual no hay cambio posible; crisis de valores, porque todo nos da igual y no es asunto nuestro; crisis porque aplaudimos la mediocridad, los vicios, las excusas, los miedos, las debilidades y la falta de recursos y méritos, etiquetando toda esa basura moral y espiritual con el sinónimo de “normalidad”. Crisis que proviene de una mentalidad de “pobre de mí”, de víctima, de perdedor, de dependencia, de aprovechamiento del sistema y de unas leyes que ayudan a que todo ello se mantenga y siga igual porque así lo deciden los ineptos que nos gobiernan –en los que hemos delegado nuestro poder- y los intereses creados que les respaldan. Crisis porque esa es una mentalidad de carencia y no de abundancia, de limitaciones y no de prosperidad, de mediocridad y no de excelencia. Y esa mentalidad ninguna sociedad la puede mantener por mucho tiempo. Los resultados a la vista están.
Como diría Maslow, el hecho de que haya mucha gente haciéndolo mal, no significa que eso sea lo normal, sino que la sociedad está enferma. Y lo está, y grave. Muy grave.
Para qué: como no hay mal que por bien no venga, confiemos en que esta crisis sirva, como un gran cedazo, para cribar de una vez al sistema, a la sociedad, a las empresas, a todos en general, de modo que separemos el trigo de la paja, lo bueno de lo malo, lo útil de lo inútil, y vayan cayendo por su propio peso aquellos que huyen del cambio, del crecimiento, de su responsabilidad evolutiva como individuos y como raza, aquellos que fingen cualquier enfermedad o excusa para no trabajar, apoyados por quienes firman y sustentan tales abusos, que entre todos pagamos vía SS, al punto de haber hecho quebrar al INEM en un país que tiene a gala el mejor sistema de Seguridad Social del mundo.
Confiemos que esta crisis cribe también a los arribistas, a los chantajistas emocionales, a los ineptos, a los que viven por cuenta ajena, a los miedosos y cobardes, a los que todavía hoy, en pleno siglo XXI y con todo un mundo de información disponible a disposición de cualquiera, siguen diciendo “no puedo, no sirvo, es difícil, tú puedes pero yo no…” y toda una serie de lindezas (aprendidas, copiadas o heredadas) que en la actualidad deberían ya considerarse de vergüenza tanto propia como ajena.
Porque, gracias a Dios, también hay, pese a todo, mucha gente dichosa, inteligente, trabajadora, honrada, feliz, rica, ejemplar, sana de cuerpo y mente, congruente, estudiosa, inquieta, buscadora y evolucionando constantemente, es decir, aprendiendo, cambiando: gente excelente. Sin embargo, como es más fácil mirar hacia abajo que hacia arriba, la gente mediocre prefiere compararse con los que están peor, no mejor, porque saldrían muy malparados en la comparación y sus innumerables excusas se les vendrían al suelo.
Para iniciar un camino siempre se hace dando un primer paso. Este es el primer paso: ¿tú
qué quieres? Una vez lo sepas y lo hayas decidido, busca ayuda si la necesitas, información si no la tienes, orientación de quién conozca el camino de primera mano, no por libros ni por teorías, sino vivencial y congruentemente.
“Buscad y hallaréis”. Pero busca en el sitio correcto.
“Preguntad y se os responderá”. Pero pregunta a las personas adecuadas.
“Llamad y se os abrirá”. Pero llama a la puerta de la experiencia, la congruencia y la excelencia.
Y no habrá crisis alguna que pueda contigo.
Piensa, ¿quiénes vencen las crisis e incluso las aprovechan positivamente? ¿Los que tienen más dinero o los que están mejor preparados, con más conocimientos y más recursos personales? Espero que tu respuesta sea la correcta.
Este es el primer año del resto de tu vida. Distinto a cualquier otro si tú realmente lo quieres. Será como tú sueñes, como tú decidas. Piensa pues: ¿cómo vas a crear y vivir este año, nuevecito, recién estrenado? Ello dependerá:
De tus sueños,
de tus objetivos y tus metas,
de tus decisiones,
de los riesgos que asumas,
de las excusas que abandones,
de los recursos que emplees,
de los nuevos aprendizajes que incorpores a tu programación para pensar y vivir,
de los vicios, dependencias y limitaciones que deseches,
de los viejos lastres que sueltes,
de las nuevas instrucciones que des a tu mente,
de las creencias que cambies,
de los valores que actualices,
de la conciencia que desarrolles,
de quién quieras llegar a ser en tu vida.
El mundo está en tus manos. Te lo garantizo. Tú tienes el poder de elegir cambiar, abandonar tus lastres y excusas, asumir tus riesgos y cumplir tus objetivos.
¿Vas a dejar pasar otro año para luego lamentarte o vas a tomar acción? De ti depende. Todos somos el fruto de nuestros pensamientos y de nuestras decisiones. Tu conciencia y libre albedrío deberán ser los guías que orienten tu camino hacia una meta sin marcha atrás.
Te deseo que tu espíritu te guíe en el camino hacia tu autorrealización consciente.
Con mi cariño".
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....de esas lecturas de las que hay mucho que aprender incluso aunque no estémos del todo de acuerdo. Perdonadme el "corta, pega y colorea", es que la semana santa me inspira poco... ;-)
besos,
muchos,
muchísimos...
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