lunes, 9 de febrero de 2009

*** LAS MÁSCARAS



... Tod@s necesitamos una máscara en algún momento de nuestra vida. Por egoísmo, por comodidad, por miedo o por cobardía, pero siempre nos disfrazamos un ratito para que la vida se nos haga menos dura. Porque vivir es un reto y es magia, pero duele. Los sentimientos nos envuelven, nos dirigen y nos enredan y el instinto nos lleva a protegernos, a buscar un espacio de paz y de ternura en el que descansar. Y poder quitarnos la máscara.

Guardar las formas y "el qué diran" siguen conviviendo con nosotr@s. Consciente e incluso inconscientemente. Nos gusta quedar bien, que nuestra gente tenga una buena opinión, que nuestros jefes nos valoren y sobre todo que las personas con las que convivimos no capten nuestras debilidades. Por si acaso. Pero dejar caer la máscara hace bien; es saludable y necesario. Dejar de actuar, relajarse y ofrecer el corazón, sin cortapisas, sin medir cuánto y a quien. Aunque, es verdad, hemos experimentado que darnos y compartirnos casi siempre deja alguna herida, con más o menos profundidad; y que cuando cubrimos las necesidades ajenas, casi siempre terminamos en la cuneta. Como cuando se nos pincha una rueda. Pero al final, ya recuperad@s, volvemos a amar, a sonreir, a disfrutar. Y el dolor pasa a ser un recuerdo.

Os dejo una poesía maravillosa que encontré de casualidad (la vida son ratitos de casualidad, por otro lado), para que empecemos la semana con unas gotitas de pasión, del calibre que sea.

Os espero.
En el saloncito
no hay que dejarse puestas
las máscaras ...



(...)
ANTIFACES (Néstor Morris)
Es fácil esconderse detrás de
los silencios.
Llevar hasta el subsuelo aquello
que molesta
y aunque se herrumbe el alma,
cerrar los postigones para
atajar la luz
que pueda iluminar nuestra
mirada.
Pero
para que un sueño nutra las vigilias
debe considerar algún atisbo
de cordura real, un fundamento,
que otorgue visto bueno a lo posible.
No tiene suficiente contenido
arroparse las ganas con engaños.
Hay vientos inusuales que desnudan
la amnistía mendaz, súbitamente
y podemos dejar a la intemperie
nuestra parte más débil que es proclive
a ponerse a llorar de desconcierto,
el grito que nos deja sin sustento.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Claro que necesitamos una máscara, es más, pienso que forma parte de nuestra autonomía y además, en cierta manera refuerza nuestra libertad como personas y porqué no? nuestra personalidad.

Ahora..., después de leer el comentario, lo primero que me ha venido a la cabeza, relacionado con la máscara -y tengo claro, que sólo es una faceta más- es la falsedad y la hipocresía, como consecuencia de una mala o excesiva utilización de la mencionada máscara.

...Políticos, actores, actrices, presentadores de televisión y famosos en general, se ven obligados en cierta manera ha llevar una máscara permanente, o por lo menos, esa es la imagen que nos trasladan a nosotros/as. Las nuevas tecnologías, favorecen esa transmisión y al mismo tiempo, nos ofrecen una imagen idílica de sus personas (actitud, vestuario, apariencia física, etc) en un principio, esto mismo no debería suponer ningún problema, pero nada más lejos de la realidad.

Nos trasladan una imagen de "normalidad" que no es real, por lo que al final y si no somos cautos/as, acaba mermando nuestra personalidad y nuestra libertad, ya que nos trazan los patrones de comportamiento a seguir.

Es lo que me ha sugerido -entre otras cosas el tema-, supongo que como todo, al final, debemos ser lo suficientemente fuertes, como para imponer nuestras ideas, pese a lo que la mayoría de la sociedad piense y con esto me refiero al "qué dirán" que has mencionado antes.

Un saludo.

Javi.

Anónimo dijo...

¡Genial!. El texto y las imágenes.
Besos.