viernes, 24 de octubre de 2008


... Con el paso de los años, las vivencias acumuladas, las personas que he conocido y que me han enseñado (o desenseñado), con las lágrimas, las risas, los atardeceres, lo leído, lo perdido, los que ya no están y los que vendrán, la reflexión que más me ayuda a avanzar es que todo, absolutamente todo, es lo suficientemente relativo como para que nos resulte diferente a cada persona. Ya, ya sé que suena a perogrullada pero lo cierto es que dejar a cada cual su espacio para entender la vida es la base de la libertad y del respeto. Hay veces que no entendemos porqué otras personas toman decisiones que nosotros "jamás" tomaríamos: porqué se enamoran de tal o cual, porqué siguen en un trabajo que no les llena o porqué oyen una música insoportable. Y criticamos, aunque sea con cierto cariño enmascarado. Es fácil: porque cada persona tiene sus gustos, sus necesidades, su opinión, su modo de enfrentarse a la vida, sus valores, su optimismo, su pesimismo... y éso es lo que de verdad nos hace únicos.


He aprendido que no nos podemos permitir el lujo de juzgar a nadie y que a pesar de que podamos aconsejar, la actitud final siempre ha de ser la de acompañar y apoyar a las personas que hacen el camino con nosotros. Generalmente ayuda más que nos den la pauta para reflexionar que la propia solución, porque en el camino podemos experimentar vivencias que de otro modo, quizá nunca hubiéramos llegado a vivir.


Dejemos, pues, que la vida nos arrulle, nos ría, nos sorprenda, nos asuste, nos sueñe, nos emocione, nos duela también...


...y miraremos atrás y sentiremos el orgullo y quizá hasta la felicidad de haber sido honestos con nosotros mismos. Aunque hayamos metido la pata en el intento...


Pasaos por mi saloncito y regaladme vivencias, sueños, anhelos, risas, llantos, miradas, caricias, besos...

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