martes, 28 de octubre de 2008

LA SALUD, POR FUERA Y POR DENTRO


No voy a ser yo quien se ponga aquí a hacer filosofía barata sobre el uso y abuso de las drogas, porque al fín y al cabo, cada un@ es libre y puede y debe hacer con su vida (ello incluye su cuerpo) lo que mejor le plazca. Pero sí me gustaría reflexionar dos minutos sobre el hecho de invertir en salud de cara a los años venideros y sobre todo, sobre el hecho de depender de una sustancia ajena a nuestro cuerpo para crearnos una perecedera (y por ende, falsa) sensación de bienestar.

La drogas -en su amplio abanico- son una realidad palpable y socialmente muy aceptadas como parte del maquillaje al que nos sometemos para ser personas con cierto "valor" comunitario. Es lo que hay, lo cual no quiere decir que esté bien. Tampoco que esté mal, obviamente. Simplemente, están, existen y las asumimos, ya sean legales o ilegales. Pero a mí hay dos cosas que me resultan criticables: una, que objetivamente hacen daño. A veces a corto plazo; nos echamos las manos a la cabeza cuando un chico jóven, deportista y aparentemente sano, muere jugando un partido o en una carrera o con veinte años sufre un ictus cerebral. No es fruto de la casualidad, normalmente nada sucede "de repente". He trabajado muchos años en el mundo del deporte como para saber que detrás de brillantes carreras hay muchísima ayuda dañina que mata lentamente. Y que deja secuelas irreversibles.

Otras veces el daño es a medio o a largo plazo, algo que no solemos valorar en su conjunto. Pero siempre es mejor envejecer con salud que sin ella. Resulta paradójico que sólo valoremos el hecho de tener salud cuando nos vemos rodeados de enfermedad.

El otro aspecto criticable de las drogas es la adicción; en realidad cualquier adicción es dañina (también al amor o al trabajo, por ejemplo) porque todo lo que se convierte en obsesivo acaba esclavizando. Y haciendo daño, a un@ mism@ y a quien nos rodea.

Aunque suene utópico y hasta cierto punto romántico, lo ideal sería hacer uso de nuestra propia droga natural que son las endorfinas; son neurotransmisores producidos en la glándula pituitaria y el hipotálamo durante ejercicios vigorosos, excitación y orgamos; y se parecen a los opiáceos en su habilidad para producir analgesia y una sensación de bienestar. Las endorfinas actúan como "eliminadores naturales del dolor", buenas y baratas.

Si escucháramos a nuestro cuerpo, si invirtiéramos tiempo en conocer y reconocer las reacciones, los dolores, los momentos de alegría y el amplio abanico de sensaciones que vivimos a lo largo de los días, nos daríamos cuenta de que hay muchos factores que nos reportan la ansiada necesidad de sentirnos bien, de sentirnos en paz, a gusto y, de algún modo, felices. A veces es la compañía de un/-a amig@, otras veces una película, otras veces un buen libro, una canción e, indudablemente, siempre lo es un masaje sensitivo ;-). Son múltiples las impresiones y las percepciones que nos provocan emociones positivas y que a su vez nos hacen liberar endorfinas. Y nos sentimos mejor, tan sencillo como éso. A veces pequeños detalles convierten un día gris en uno radiante. Y que conste que es muchísimo más difícil ser feliz que infeliz, porque para ser felíz hay que despojarse de máscaras y disfraces y enfrentarse al mundo con nuestras manías, con nuestros miedos y con todo el repertorio de debilidades que llevamos en la mochila. Ser infeliz, en cambio, sólo consiste en quejarse y dejarse llevar, sin esforzarse...

Os animo a buscar la fuente de vuestra propia felicidad, pero ésa que llena, que es intensa y verdadera; una felicidad que aunque no siempre se sostenga, al menos sí sea regular a lo largo de los años. Hay miles de razones para ser felices y otras miles de maneras de serlo: un abrazo certero, un trabajo que nos guste, la amistad que perdura, un/a hij@, buen sexo, darnos un capricho, viajar... cada cual desde sí mism@ y para sí mism@. Por mi parte, os garantizo una excelente sesión de masaje sensitivo que encenderá endorfinas para retomar compromisos, atajar problemas, liberar estrés y rozar, en la medida de lo posible, una deliciosa sensación de placer y bienestar. ¡¡Animaos a probar!!

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