Víctor Hugo.
S.XXI
Te
deseo primero que ames,
y que amando, también seas amado.
Y
que, de no ser así, seas breve en olvidar
y que después de
olvidar, no guardes rencores.
Deseo,
pues, que no sea así, pero que sí es,
sepas ser sin desesperar.
Te
deseo también que tengas amigos,
y que, incluso malos e
inconsecuentes
sean valientes y fieles, y que por lo menos
haya
uno en quien confiar sin dudar.
Y
porque la vida es así,
te deseo también que tengas enemigos.
Ni
muchos ni pocos, en la medida exacta,
para que, algunas veces, te
cuestiones
tus propias certezas. Y que entre ellos,
haya por lo
menos uno que sea justo,
para que no te sientas demasiado seguro
Te
deseo además que seas útil,
más no insustituible.
Y que en
los momentos malos,
cuando no quede más nada,
esa utilidad sea
suficiente
para mantenerte en pie.
Igualmente,
te deseo que seas tolerante,
no con los que se equivocan
poco,
porque eso es fácil, sino con los que
se equivocan mucho
e irremediablemente,
y que haciendo buen uso de esa
tolerancia,
sirvas de ejemplo a otros.
Te
deseo que siendo joven no
madures demasiado de prisa,
y que ya
maduro, no insistas en rejuvenecer,
y que siendo viejo no te
dediques al desespero.
Porque cada edad tiene su placer
y su
dolor y es necesario dejar
que fluyan entre nosotros.
Te
deseo de paso que seas triste.
No todo el año, sino apenas un
día.
Pero que en ese día descubras
que la risa diaria es
buena, que la risa
habitual es sosa y la risa constante es
malsana.
Te
deseo que descubras,
con urgencia máxima, por encima
y a pesar
de todo, que existen,
y que te rodean, seres oprimidos,
tratados
con injusticia y personas infelices.
Te
deseo que acaricies un perro,
alimentes a un pájaro y oigas a un
jilguero
erguir triunfante su canto matinal,
porque de esta
manera,
sentirás bien por nada.
Deseo
también que plantes una semilla,
por más minúscula que sea, y
la
acompañes en su crecimiento,
para que descubras de cuantas
vidas
está hecho un árbol.
Te
deseo, además, que tengas dinero,
porque es necesario ser
práctico,
Y que por lo menos una vez
por año pongas algo de
ese dinero
frente
a ti y digas: "Esto es mío".
sólo para que quede
claro
quién es el dueño de quién.
Te
deseo también que ninguno
de tus afectos muera, pero que si
muere
alguno, puedas llorar
sin lamentarte y sufrir sin sentirte
culpable.
Te
deseo por fin que, siendo hombre,
tengas una buena mujer, y que
siendo
mujer, tengas un buen hombre,
mañana y al día
siguiente, y que cuando
estén exhaustos y sonrientes,
hablen
sobre amor para recomenzar.
Si
todas estas cosas llegaran a pasar,
no tengo más nada que
desearte
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