martes, 13 de mayo de 2014

** YAGO LAMELA. DEP.



El otro día hallaban muerto Yago Lamela; no sé si vosotros os acordáis de él, pero la verdad es que yo sí. Y mucho. He seguido su trayectoria más o menos de cerca -me gusta muchísimo el atletismo- y lo último que leí de él fue que estaba ingresado en un centro por una grave depresión.

Puedo intuir -solo intuir- lo complicado que debe ser estar en lo más alto para después descender a los infiernos de las lesiones y del olvido. Puedo intuir lo complicado de rozar la gloria para después ser un ídolo roto. Puedo intuir la frustración de caer sin poder remediarlo. Puedo con todo eso. Pero no puedo entender cerrar la puerta y dejar de luchar. Bueno, entenderlo sí; materializarlo, no. 



Casi todo el mundo, en una u otra medida, pasamos nuestro propio via crucis; todos tenemos altibajos en el trabajo, en las relaciones personales, en la familia. Todos pensamos que la vida nos da la espalda, que no podremos salir del bache; todos sentimos que hay días en los que no hay razones para vivir. Pero ahí es donde tenemos que mantener el tipo y dar un pasito más. Uno más. Y es que siempre vuelve a salir el sol. Ahí es donde nuestra gente juega un papel fundamental, donde hay que abrir de par el par el corazón para que entre la luz. Ahí debemos pedir ayuda, confiar,  resistir. Y respirar hondo y sonreír, aunque todo esté cuesta arriba.





Os dejo una tierna carta de Manolo Martínez dedicada a Yago. Pura sensibilidad. Ojalá no tengamos nunca que escribir una así.
Paz y bien, mis chicos.





"Quiero hoy escribirte unas líneas abarrotadas de palabras, como debían haber estado las gradas siempre que saltabas, como debían haber estado los bancos de Canterbury en aquella tarde soleada, abarrotadas de palabras venidas del único sitio que merecen salir, de lo más profundo de mi alma dolorida, de lo más recóndito de mi razón contrariada, de lo más brillante de mis recuerdos recuperados.



Dicen que las luces que iluminan con fuerza se consumen aprisa, puede que sea esa la razón de tu marcha repentina, también puede que fuese esa la razón de tu risa contagiosa. Te has ido como viviste, deprisa, la velocidad ha sido tu razón de ser, nunca olvidare la fuerza de tus pasos, ni la profundidad de tus silencios.






Quiero hoy hablar de lo bueno, ya bastante malo es perderte, podría quejarme de este país de cañitas y de su doble rasero, pero prefiero gritar que muchos hemos sido alguna vez Yago Lamela Tobio con nuestra melena de mosquetero al viento, saltando por encima de todos los lamentos, suplicando que Ivan Pedroso no vuele más que nosotros y finalmente aceptando la plata, como una bendición del cielo, con una sonrisa de oreja a oreja y un abrazo de los sinceros.






Hasta siempre compañero, ojalá nos veamos en otra vida, en otro mundo, en otro cielo, ojalá te hayas ido satisfecho, por que lo que tú has hecho, otros no lo logran ni en tres vidas partiéndose el pecho, hasta siempre compañero, ojalá nos veamos en otra pista, en otro círculo, en otro cielo".



Man Martínez.


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