miércoles, 23 de abril de 2014

** YA SABES...




Yo soy muy pasional, muy de los sentimientos; de la ternura y de la pasión. Y cuando me implico en una aventura -del tipo que sea-, solo funciono desde el corazón. Así me van luego las cosas, claro, que navego de lágrima en lágrima. No hay más. Intentar cambiar la esencia personal es prácticamente imposible, así que he decidido instalarme definitivamente en #modomoñaon. Es lo que hay. Bien es cierto que con el paso de los años -las experiencias, los errores, las alegrías, el camino recorrido- me han otorgado la sabiduría de la prudencia y ya no me tiro sin red. Pero el susto de la caída -y probablemente alguna herida que otra- no me los quita nadie.




(...je t'aime comme ça...)


Así que en ello ando. Curando heridas, de nuevo. A veces con sal, otras con azúcar, otras a puro fuego, en carne viva. Siempre duele, ¡qué le vamos a hacer! El dolor es la esencia de la vida, no hay otra. Y el vértigo de la bajada también. El susto. Ese momento en que se nos para la respiración y no sabemos si gritar o enmudecer del todo. ¡Qué difícil lo hacemos a veces todo! Cuando se pone el alma, alguien siempre acaba herido de muerte. Y es que hay que ponerse el escudo si se quiere salir a luchar...





Retomemos el pulso, mis chicos. Ya pasaron los días de penitencia y de recogimiento; volvamos al tempo del día a día, con los viejos sueños, con las ilusiones futuras, con el ojillo puesto en el verano. Volvamos a los amores que se fueron, a los que funcionan, a la magia de quien se queda. A la esencia de la vida, en definitiva. Y regalaos ese momento de absoluto placer en el saloncito, ese que permite una mirada renovada y agradecida por tanta dulzura compartida.

Paz y bien.
Pegaditos...





PD: ¿Habéis regalado libros y rosas?





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