A estas alturas de la vida, ¿quien no sabe lo que es el whatsapp? No sé como lo definiriais vosotros, pero personalmente creo que es una fuente de conflictos servidos de modo gratuito. Es verdad que las cosas son importantes no por si mismas si no por el uso que hacemos de ellas, pero hay que ser una persona muy muy muy segura (y una mujer muy muy muy poco suspicaz) para no darle la importancia que no tiene a esa última conexión, por ejemplo. También es verdad que puede resultar útil en la seducción amorosa y en el juego sexual. Pero también para jugar a eso hay que tener las cosas claras.
¿Última hora hace dos minutos y no me ha dicho ni hola?
Esta pregunta enciende todo un torrente de sensaciones, casi siempre negativas, dañinas y dolorosas que generan desconfianza y una terrible sensación de vacío. Y en plan catarata furiosa e imparable, se nos dispara la adrenalina que nos permitiría escribir el mejor de los guiones para un melodrama infumable de peli de sábado tarde. Jack el destripador en versión moderna ;-DDD
Lo cierto es que, si lo miramos en frío, es una locura. Es un control atroz en tiempo real. Y en esta era en la que las tecnologías han ganado el sitio a conversaciones cara a cara, a paseos mirando el atardecer, a ese libro que se regala con una dedicatoria llena de intención... deberíamos hacer un esfuerzo por recuperar la esencia más básica del ser humano, la de la relación personal. La relación del beso, del abrazo, de la caricia. La de mirar a los ojos. El café y las confesiones, la letra escrita. Sin dejar de lado lo moderno, pero dando una oportunidad a la ternura más añeja. Como el buen vino, vaya.
Mil besos, mis chicos.
No dejéis que la tecnología os dirija al abismo de lo insustancial. Cuando haya dudas, del tipo que sea, debemos ponerlas sobre la mesa y hacer un trabajo de comunicación sincero. Con nuestra pareja, con nuestros amigos, con nuestra familia. Hay que hablar, hay que decirse y escucharse, hay que pedirse, hay que relativizar y simplificar. Y nada de sacar conclusiones precipitadas, nada de pensar por los demás, nada de suponer... La armonía llega a nuestra vida cuando los elementos nos generan sensaciones positivas. Y cuando las personas nos ofrecen un espacio en el que sentirnos cuidados, protegidos y mimados. Ofrezcámoslo también nosotros.
Regalaos placer y bienestar al calor del saloncito.
Con el teléfono apagado.
:-))))))
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