miércoles, 29 de enero de 2014

** DE FELICIDAD OMNIPRESENTE



...trepo por tu recuerdo
como una enredadera
que no encuentra ventanas...




El otro día hablaba con una amiga sobre la felicidad, sobre esa sensación aparentemente inofensiva de saberse y sentirse feliz. Digo inofensiva, porque la felicidad es una trampa mortífera, en plan planta carnívora. Que nos obnubila con su belleza pero por la acabamos siendo devorados. El ying y el yang... Mi amiga postulaba que tampoco se puede estar feliz siempre y yo, sin embargo, creo que sí; cuando los actos y los pensamientos están en armonía y nos ayudan a caminar hacia nuestros sueños, cuando nos sabemos en el sitio correcto con las personas adecuadas, cuando no nos vendemos para que el mundo encaje sino que nos dejamos fluir para encajar nosotros en aquello que nos viene dado... creo que podemos estar en una permanente odisea de bienestar. Y que puntualmente, tenemos malos días, o malos momentos, o tomamos decisiones mediocres. Pero el contexto, el escenario, no varía. Y nos pone una sonrisa que cura todo mal.



Al menos yo aspiro a esa felicidad. Quizá porque también sé lo que es no ser feliz, lo que es sufrir mucho, lo que es perder a quien se ama; quizá porque sé lo duro que es el camino cuando hacemos cosas que sabemos que no queremos hacer. Y estamos con quien no queremos estar. Y trabajamos en lo que no queremos trabajar. La coherencia nos aporta paz. Y la paz nos permite estar bien, por dentro y por fuera.

Puede ser que a veces no identifiquemos los minúsculos destellos de felicidad del día a día, es posible. Pero ese es el trabajo que nos debemos regalar. A mi me gusta hacer repaso del día cada noche, antes de abandonarme a Morfeo; me gusta repasar qué gente ha pasado por mi vida, qué me ha ofrecido, qué le he ofrecido, qué he aprendido, si he tomado decisiones erróneas. Incluso si no ha pasado nada relevante, porque eso también es bueno; porque quiere decir que la dirección es correcta y que el orden establecido no produce desasosiego. Y me felicito por un día más de paz, que es mi objetivo.





He decidido quererme un poco más. Y alejar de mi vida lo que no me hace bien, lo que me duele, lo que me hace pequeñita y vulnerable. Identificar lo que me roba energía y reconducir los pasos hacia cosas -gente, opciones, sentimientos...- buenas. Positivas. Generosas. Dulces. Amorosas.

Os espero en el saloncito,
para un rato de esos que dejan huella en el alma.
Para la paz, la ternura, la dulzura.
Para dejarnos ser... y fluir.

Mil besos dulces y golosos.




...tu trapecio y tu red,
tu adiós y tu ven,
tu manta y tu frío...


PD: Y nunca hagáis depender vuestra felicidad de una sola persona.
Nunca.

No hay comentarios: