Estoy ensimismada con mi recién descubierto gusto por la cocina (con ayudita, vaaaaale...), así que ahora me veo (o lo grabo, en plan planazo ochentero ;-D) toooodos los programas sobre cocina que me parecen medio interesantes. Incluídos los realities de turno, por supuesto: top chef, master chef o gran hermano chef, si lo hubiera. Me da igual. Ahí estoy yo para aprender, opinar, reir y hasta llorar. Como la vida misma, vaya.
Hablando de todo un poco, me han echado a Jesús Almagro, uno de mis favoritos para ganar Top Chef. En fin.
Y éste, aunque es un aprendizaje que hice hace unos años (diría que en otra vida...), lo sigo constatando prácticamente día a día; y es que hay que procurar cocinar con calma y el alma en paz. Que si no, se nos queman las verduras ;-) Si estoy centrada, ordenada, serena y decidida, todo me sale fenomenal. Pero si tengo un día torcido, sea por la razón que sea, no hay forma de que el producto final sea aceptable. Y no falla, oiga. De hecho, creo que no falla en nada, no solo en la cocina...
... porque aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, creo que, en líneas generales, lo hacemos todo corriendo y sin mimo, incluido el amor (permitidme referirme a ello con un poco de literatura ñoña ;-D). El sexo, en mi universo que es mío y solo mío, es la sal de la vida. Y tener la suerte de disfrutar de un sexo rico, es un auténtico y maravilloso regalazo. Pero como este es otro tema y me voy a ir a dormir, lo dejamos para mañana.
Mil besos dulces, mis chicos.
Os espero para seguir haciendo magia...
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