jueves, 15 de agosto de 2013

** DE SEGUNDAS OPORTUNIDADES




El tema de las segundas oportunidades es, de algún modo, recurrente en la vida de todo el mundo; hay quien es muy recto y muy frío en su toma de decisiones y nunca echa la vista atrás, con lo que ni se plantea un nuevo rumbo a algo que ya pertenece al pasado. Pero hay otra mucha gente que sí cree en la redención, en el cambio, en crecer y volver a empezar. Con nuevos matices, respeto, confianza y mucha comunicación. 

Salseando por la red, que ya sabéis que me gusta mucho, he encontrado este post; no es una redacción lineal, son más bien ideas que dibujan los matices de cualquier relación. Os lo dejo aquí porque cada una de las pautas dan para reflexionar individualmente y hacer un análisis de nuestra propia vida, de cómo lo vivimos nosotros y de qué aspectos podríamos cambiar, en caso de creer que podemos (y debemos) hacerlo. Yo he marcado en negrita las que para mí son más importantes....




http://albertobarradas.wordpress.com/2013/04/28/segundas-oportunidades/

El amor siempre merece la pena.

El amor es como escribir una poesía. Tienes que borrar varias veces hasta que te sale bien.

No conozco al primero que haya amado y no haya errado. El amor siempre merece volver a ser intentado.

Dar una oportunidad a quien te hirió la primera vez es arriesgarse a ser herido de nuevo pero también a ser redimido.

Dar una oportunidad al amor es siempre un acto bondadoso. Está a quien se le dio la segunda oportunidad, aprovecharla o no.




Todos merecemos una segunda oportunidad. No todos apreciamos el que nos la den.

El amor impele al enamorado lo que la razón niega a quien piensa sobre las heridas del corazón.

Hay heridas que no merecen que a quien las infringió se le dé una segunda oportunidad. El asunto es reconocer la magnitud del daño.

Cuando das muchas oportunidades y no las aprovechan estás perdiendo la oportunidad de amarte a ti mism@.

Hay parejas que van y vienen muchas veces. Viven dándose oportunidades sin darse cuenta que el amor hace rato se agotó.




Cuando un amor se despide hay que dejarlo ir. Seguir buscándolo es arriesgarte a que te rechacen una y otra vez.

El amor merece siempre una segunda oportunidad si la persona que amamos se la merece. Es un asunto de actos y no promesas.

Reincidir en amores tormentosos en reincidir en procurarte baja autoestima.

A veces por más que ames a alguien y ese alguien a ti, si ese amor es dañino, no se le debe dar otra oportunidad.

No dar una segunda oportunidad al amor es creer irracionalmente que los actos humanos son o deben ser perfectos, sin fallos.




Cuando las parejas viven terminando y volviendo lo único que no se va es el permanente reclamo entre ellas.

Hay ofensas o actos que nos hace el ser amado que obligan a dejarlo de amar. La violencia es una.

Decir lo que se siente no es un pasaporte directo a decirlo como te dé la gana sin pensar si al otro le dolerá o no.

Toda segunda oportunidad debe venir precedida de un profundo arrepentimiento y un bondadoso perdonar.

Perdonar no es olvidar, es recordar y confiar en que no volverá a suceder.




Cuando se le da una segunda oportunidad al amor no debemos olvidar que es al amor. A veces le damos oportunidad es a nuestra baja autoestima.

Reincidir varias veces con la misma persona es un acto derivado de un proceso obsesivo más que amoroso.

Una persona que hirió no se le debe pedir palabras de arrepentimiento sino actos de reparación de la herida.

Cuando alguien comete siempre los mismos errores en el amor, no se le deben dar más oportunidades. 

Un acto de amor es a veces separarte amando a la persona a quien tu amor le hace daño.




Dar una segunda oportunidad al amor no es dañino. Malo es darla muchas veces a quien permanentemente te hace daño.

Cuando das una segunda oportunidad también te la estás dando a ti.

Quien piensa que nunca se debe dar un segunda oportunidad nunca le ha tocado la desesperación que se siente al pedirla.

Uno de los actos más difíciles es rechazar a la persona que amas cuando te das cuenta que su amor te hace daño.

No se trata del número de oportunidades que des, se trata de si el otro reparó el daño que hizo o no




(....)

Sea como fuere, y aunque cada historia es un mundo, siempre he creído que rectificar es de sabios; que tiene un gran corazón quien es capaz de aceptar que se pueden cambiar las decisiones y acepta con humildad que es posible que las condiciones de una decisión válida en un momento hayan podido sufrir modificaciones...

Os animo a abrir los brazos (y el corazón) a esas historias que quedaron en el camino pero sabemos, en nuestro interior, que no debería haber sido así, que aún es posible, que nunca es tarde.
Mil besos, mis chicos.
Disfrutad.
Disfrutemos.




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