De
acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, estas son algunas
prácticas usuales que dañan el funcionamiento ideal de nuestro
cerebro. Son sencillas de tener en cuenta, así que pongamos un poco de nuestra parte para prevenir... y no tener que curar.
No
desayunar.
Las personas que no desayunan no tienen el nivel óptimo de azúcar y
proteínas que necesita nuestro sistema sobre todo durante las
primeras horas del día, lo cual conduce a un suministro insuficiente
de nutrientes al cerebro causando su pronta degeneración.
Reacciones
violentas o estrés prematuro.
Esto causa el endurecimiento de las arterias del cerebro, provocando
una disminución en la capacidad mental.
Fumar. Disminuye
considerablemente la masa encefálica y se ha comprobado que es un
agente conductor importante a la enfermedad de Alzheimer.
Consumo
elevado de azúcares.
El exceso de este carbohidrato interrumpe la absorción de proteínas
y nutrientes, causando malnutrición e interferencia con el
desarrollo del cerebro.
Exposición
constante a ambientes contaminados. El
cerebro es el órgano de nuestro cuerpo que más oxígeno consume. La
inhalación de aire contaminado disminuye el suministro de oxígeno
al cerebro, dando lugar a una disminución de la eficiencia cerebral.
Dormir
poco.
Dormir 8 horas diarias permite que nuestro cerebro descanse y obtenga
un remanso de nuestras demandantes tareas diarias. Privarse del
sueño acelera la muerte de las células cerebrales a corto plazo.
Cubrirse
la cabeza mientras se duerme. Dormir
con la cabeza cubierta aumenta la concentración de dióxido de
carbono y disminuye la de oxígeno, lo que puede ocasionar efectos
dañinos en el cerebro.
Forzar
al cerebro durante la enfermedad. Trabajar
mucho o estudiar a marchas forzadas estando enfermo, provocará una
disminución en la eficacia del cerebro a largo plazo.
Falta
de estímulos y ejercicios mentales.
Pensar es la mejor manera de entrenar nuestro cerebro: un memorama,
un acertijo, o simplemente dar rienda suelta a nuestra imaginación,
estimulará nuestro cerebro y lo mantendrá en forma.
Entablar
conversaciones sin temáticas elaboradas. Las
conversaciones banales ayudan al descanso cerebral en momentos
puntuales; pero participar en conversaciones de temas con cierto
grado de complejidad promueve la salud de nuestra materia gris.
¡¡Cuidémonos!!
Paz y bien...
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