martes, 4 de junio de 2013

** REFLEXIONES...

¡Ánimo!
Junio llega lleno de luz.
Salgamos a la calle;
disfrutemos, gocemos,
riamos, juguemos...
...y regalémonos mimos y ternura.
Os espero en el saloncito,
la magia está servida...




¿QUIÉN CONTROLA TU VIDA?

¿Quién te hace sufrir? ¿Quién te rompe el corazón? ¿Quién te lastima? ¿Quién te roba la felicidad o te quita la tranquilidad? ¿Quién controla tu vida?...

¿Tus padres? ¿Tu pareja? ¿Un antiguo amor? ¿Tu suegra? ¿Tu jefe?...

Podríamos armar toda una lista de sospechosos o culpables. 
Probablemente sea lo más fácil. De hecho sólo es cuestión de pensar un poco e ir nombrando a todas aquellas personas que no nos han dado lo que nos merecemos, nos han tratado mal o simplemente se han ido de nuestra vida, dejándonos un profundo dolor que hasta el día de hoy no entendemos.

Pero ¿sabes? no necesitamos buscar nombres. La respuesta es más sencilla de lo que parece, y es que nadie nos hace sufrir, nos rompe el corazón, nos daña o nos quita la paz. 
Nadie tiene la capacidad a menos que nosotros lo permitamos, le abramos la puerta y le entreguemos el control de nuestra vida.




Llegar a pensar con ese nivel de conciencia puede ser un gran reto, pero no es tan complicado como parece. Se vuelve mucho más sencillo cuando comprendemos que lo que está en juego es nuestra propia felicidad. Y definitivamente el peor lugar para colocarla es en la mente del otro, en sus pensamientos, comentarios o decisiones. Las personas
 sufrimos no por lo que nos pasa, sino por lo que interpretamos.

Muchas veces sufrimos por tratar de darle respuesta a preguntas que taladran nuestra mente como: ¿Por qué no me llamó? ¿No piensa buscarme? ¿Por qué no me dijo lo que yo quería escuchar? ¿Por qué hizo lo que más me molesta? ¿Por qué....?

No se sufre por la acción de la otra persona, sino por lo que sentimos, pensamos e interpretamos de lo que hizo, por consecuencia directa de haberle dado el control a alguien ajeno a nosotros.

De forma más gráfica, es como si nos estuviéramos haciendo vudú voluntariamente, clavándonos las agujas cada vez que un tercero hace o deja de hacer algo que nos incomoda.


Lo más curioso e injusto del asunto es que la gran mayoría de las personas que nos "lastimaron", siguen sus vidas como si nada hubiera pasado; algunas inclusive ni se llegan a enterar de todo el teatro que estamos viviendo en nuestra mente.

Un claro ejemplo de la enorme dependencia que podemos llegar a tener con otra persona es cuando somos capaces de pensar algo así:

"Necesito que X me diga que me quiere aunque yo sepa que es mentira. Sólo quiero escucharlo de su boca y que me visite de vez en cuando aunque yo sé que tiene otra familia; sé que ya con eso puedo ser feliz y me conformo pero si no lo hace... siento que me muero".

¡Wow! Terriblemente devastador. ¿Realmente es esa la auténtica felicidad? ¿No será un martirio constante que alguien ajeno a nosotros decida nuestro estado de ánimo y bienestar? Querer obligar a otra persona a sentir lo que no siente... ¿no será un calvario voluntario para nosotros?

No podemos pasarnos la vida cediendo el poder a alguien más, porque terminamos dependiendo de elecciones de otros, convertidos en marionetas de sus pensamientos y acciones.



Nadie puede obligarnos a sentir o a hacer algo que no queremos, tenemos que vivir en libertad.
No podemos estar donde no nos necesiten ni donde no quieran nuestra compañía. No podemos entregar el control de nuestra existencia, para que otros escriban nuestra historia. Tal vez tampoco podamos controlar lo que pasa, pero sí decidir cómo reaccionar e interpretar aquello que nos sucede.

La siguiente vez que pensemos que alguien nos lastima, nos hace sufrir o controla nuestra vida, recordemos: No es él, no es ella... 
ERES TÚ quien lo permite y está en tus manos volver a recuperar el control.

"Al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: La última de las libertades humanas. L
a elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino para decidir su propio camino"

Viktor F.




...solo amor y mil opciones,
de ser mejor...


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