Estos días Bilbao es más rojiblanco que nunca. Por aquello de que la Catedral va a ser reducida a escombros. Nueva era, sin duda, aunque difícil de mejorar; los ochenta dejaron muy buen sabor de boca. Pero habrá que confiar esperanzados en las generaciones venideras. Con permiso de los valencianos, no quiero dejar de unirme a este pequeño homenaje...
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