-"Vale. Para navidad dejamos fuera las muletas y vamos a recuperar tu dicción de galán". Mañana vamos a tener nuestra última sesión. ¡¡Qué gusto poder escribir esto!! Y aunque ya se lo he dicho personalmente, vuelvo a reiterar mi gratitud por su confianza en mis conocimientos, en mis manos y en mis métodos, sé que poco comunes en muchas ocasiones (pero eficaces y eficientes, que postulaba Pepito, en otra vida...). Gracias por no haber fallado ni un día; por enseñarme, por cuestionarme, por aplaudirme. Y por creer en nosotros, que hemos hecho muy buen equipo.
La verdad es que hemos trabajado muy muy duro; él renegando y yo con un poco de paciencia extra. Él con una confianza que no quería admitir y yo buscando los ejercicios más novedosos y adecuados para las secuelas de su ictus. Él viniendo con sus deberes hechos y yo mandándole tablas de ejercicios y un diario terapéutico. Hemos trabajado, mucho, sí; y el trabajo ha dado sus frutos, que es lo verdaderamente importante aquí.
No sabéis cómo le ha cambiado el carácter; ahora es un hombre agradable, dulce, algo más sincero y también más empático. Sigue siendo un (poco) cabezota, pero creo que eso ya no se puede cambiar. Quizá haya sido esa cabezonería la que le ha llevado a ganar su batalla más dura, casi seguro. Así que entre los dos hemos conseguido poner un poco más de luz. En su vida y en la mía.
No todas las historias acaban igual de bien; hay rehabilitaciones que no avanzan, hay objetivos que no se consiguen, hay lesiones que se quedan marcadas a fuego y que no desaparecen. En en el cuerpo, en la mente y en el corazón. Hay dolores que no se superan. Y para esos no hay magia posible.
José Manuel siempre ha dicho que lo que más le ha ayudado no han sido las horas de estiramientos, ni los ejercicios de logopedia, ni las manualidades ni los paseos bajo la lluvia; siempre ha mantenido que ha sido la ternura lo que le ha ayudado a avanzar, a mejorar, a retomar el pulso a su propio yo. Y eso, qué duda cabe, me halaga infinito. Que conste que no funciono desde la pena, nunca lo he hecho; la pena solo sirve para frenar a quien tenemos enfrente. Creo que es mucho más poderosa la confianza en un@ mism@ y el ímpetu por la vida. Y hacer las cosas con mucho amor, esa sí creo que es una receta que nunca falla.
Así que os dejo esta historia como ejemplo de que a veces sólo es cuestión de proponernoslo; cuestión de creer, de querer, de confiar, de tener un poco de fe. Me encantan las historias con final feliz...
Un besito, mis chicos.
Espero que hayáis disfrutado de estos días de descanso.
Y a partir de mañana,
os espero de nuevo en el saloncito
con ganas, con ilusión,
con paciencia y sobre todo,
con mucha ternura.
Cuidaos.
Y dejad que os cuide...
1 comentario:
Eres auténtica, pero sobre todo única. Gracias por estar ahi, guapísima.
y gracias por darnos tu ternura.
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