jueves, 8 de noviembre de 2012

** SALVAJES (y leonas)



Llamadme suspicaz si eso, pero me da la sensación de que mire donde mire, aparece una alusión, noticia o reseña hacia las pumas. Pero no en referencia a los preciosos animales salvajes, sino a las de carne y hueso. Pumas son Demi Moore, Madonna y Sharon Stone, por ejemplo. ¿Qué tienen en común? Además de tener mucho dinero, lo que les une es su pasión  por chicos muuuucho más jóvenes que ellas. Eso es una puma ;-)

Los tiempos han cambiado, es evidente. Hoy en día, las mujeres disfrutamos de muchos más derechos y de una libertad que hace décadas ni se podía imaginar. Podemos confesar en voz alta nuestra apetencias sexuales y no se nos quema en la hoguera por ello. Aún queda camino por andar, no cabe duda, pero el acceso a la educación  (información, cultura, material sexual....) nos ha abierto muchas puertas. Y eso es algo que, personalmente, no querría olvidar nunca: que ha habido generaciones enteras luchando para que yo pueda ser mucho más libre de lo que eran ellas.



Así que creo que entro en la franja de edad para que me llamen puma y lo llevo mal, francamente mal ;-D. Sobre todo porque creo que esa mezcla de yogurín + madurita no funciona; al menos los casos que conozco no han funcionado. No por la edad en sí misma, sino por lo que implica llevar a la espalda más experiencia acumulada, más vivencias dejando huella en el camino. Es casi imposible llegar al mismo nivel de entendimiento, de madurez, de generosidad, de comunicación, de humildad. Incluída la distancia que se abre en lo tocante a sexo y sexualidad. Aunque dicen que un veinteañero en la cama, es todo fuego.... ;-)

Personalmente, creo que las personas nos encontramos y sentimos que la química fluye (o no) para poder avanzar juntos hacia un mismo proyecto. Hay que tener un objetivo común y hay que saber poner cada uno de los elementos en su sitio. Siempre me han admirado las familias que se rehacen a partir de familias previas; padres y madres separad@s con hij@s que son capaces de ofrecer a una nueva pareja todo el amor del mundo, sin dejar a un lado la responsabilidad y el afecto a sus hijos; pero sin hipotecar su propio bienestar. Los hijos son amor en estado puro y viene dado per se; una pareja, sin embargo, es un lugar de encuentro, un espacio para compartir, para crecer, para seguir inventándo nuestro propio yo. Y eso hay que cuidarlo con todo el tacto del mundo y con una generosidad infinita. Porque, aunque hay amores distintos, todos son parte de un puzzle que acaba compenetrándose. Siempre que le demos tiempo.


Sea como fuere, todo lo que hagamos desde el respeto (a nosotr@s mismos y sobre todo, a l@s demás), estará bien hecho. Aunque echemos la vista atrás y nos quede un regustillo amargo; aunque seamos conscientes de que las cosas se podían haber hecho de otro modo, aunque sintamos que había otro camino distinto... todo es parte de nuestra historia. Y como tal debemos incluirla en nuestra bitácora.

Un beso, mis chic@s.
Gracias por ser parte del cuaderno de mi vida...
Y por cierto: nunca hay que conformarse con menos de la vida entera.
;-)




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