Además de habernos acostumbrado a vivir a un ritmo de vida frenético y consumista, hemos aprendido a convivir con el dolor. Asumimos que la salud es la hermana pobre de los dones. Asumimos que a todos nos duele la espalda o el cuello. Asumimos que adoptamos posturas que no nos convienen y como no tenemos tiempo, no estiramos cuando acabamos alguna práctica deportiva. No nos llegamos a preocupar de verdad hasta que ese dolorcito que empezó siendo pequeñito e intermitente, de repente nos impide el ritmo diario. Sólo entonces paramos un poco a ver qué ocurre.
Como siempre, la prevención es la mejor de las medicinas. Hay que atacar antes de que el dolor avance; hay que descubrir el origen y buscar soluciones. Hay que escuchar a nuestro cuerpo, cuidarlo, mimarlo, atenderlo. No tenemos otro envoltorio, así que mejor mantener el que tenemos en la mejor forma posible. Huelga recordar que una alimentación sana y equilibrada es una aliada fantástica; hidratarnos correctamente y hacer deporte, son los otros pilares. Nada que no sepamos ya. Y no olvidar que también nuestra mente ha de estar en equilibrio; a los problemas que tienen solución, dársela. A los que no la tienen, darles la gestión más correcta para que no interfieran en nuestra felicidad. Y a los afectos... dejarles su sitio y su momento.
Sin ser alarmistas y sin copar urgencias, debemos tener la medicina a nuestro favor. Si nos vemos algo raro, si descubrimos algo que antes que no estaba, si hay un dolor que no desaparece... acudamos al médico. Y que nos eche una mano. Y si no nos quedamos conforme, insistamos. Tenemos que solucionar lo que sentimos que no está bien para que el mal remita antes de que se convierta en un lastre.
Y después... pasaos por el saloncito cuando la espalda, el cuello, el hombro, el tobillo.... se quejen. Pasaos si necesitáis rehabilitación, si os hace falta un ratito de ternura o si queréis haceros un regalo especial. Las puertas siempre están abiertas para vosotr@s, para cada necesidad, para cada sensación, para cada momento, para cada cuerpo, que es único y especial. Os espero. Como siempre, llena de gratitud por vuestra confianza.
Mil besos de otoño soleado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario