He retomado la escritura terapéutica. No para mí, que nunca he dejado de utilizarla -como muestra, este botón ;-)-, sino con alguno de mis chicos. En persona y vía e-mail. Es un ejercicio sencillo de ejecutar pero que entraña diversos obstáculos que hay que estar dispuestos a afrontar. Soy exigente en el trabajo; hay que ser firmes, serios, consecuentes y generosos. Tener paciencia en algunas ocasiones y no pensar demasiado en otras. Filosofía y reflexión para ahondar. Respuestas cortas y rápidas para información. Y mucha humildad: para dar respuestas que quizá a veces no queremos ofrecer y para recibir feed-backs que quizá a veces no queremos escuchar.
La escritura terapéutica es un recurso maravilloso, bajo mi punto de vista. Un recurso que nos permite la conexión con el exterior y con el interior, que nos permite analizar, sopesar y casi siempre, entender. Y a la larga, es la única manera de hacer autocritica y tomar decisiones. A veces, la simple lista de la compra se puede convertir en un recurso sumamente terapéutico....
Y en este maremagnum que es la vida, sigo haciendo repaso de la misma. Ordenando. Cuestionando. Intentando entender. Y se me ha ocurrido otro ejercicio como apéndice al Diario de a bordo; he seleccionado fotos de mi pasado y he dejado a la vista sólo pinceladas de recuerdos, como pequeñas huellas que me permiten encajar el puzzle. Hacer la suma. Os dejo algunas, por si algún día tenéis tiempo y os apetece hacer lo mismo. Los retales hacen que el todo sea una manta de ternura...
Buen domingo, mis chicos.
Os espero en el saloncito (y robo textualmente) para "dejarse llevar un ratito, para nada más (y nada menos) que eso que se consigue en ese salón, descansar, flotar, dejarse llevar, disfrutar de las caricias... y seguir adelante con la vida".
Gracias a tod@s.
Por todo.
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