lunes, 15 de octubre de 2012

**PISANDO (¿fuerte?)...

Diría que los grandes olvidados de nuestro cuerpo son los pies, base -apoyo, fundamento, cimiento- de nuestro bienestar físico. Y es que la forma de andar, el modo en que cargamos y distribuimos nuestro peso, son determinantes a la hora de invertir de modo saludable en nuestro cuerpo. Ya hemos hablado de la alimentación, de los vicios nocivos (porque no todos los vicios son malos ;-D), del descanso y del ejercicio. Hablemos hoy de caminar correctamente. 


La postura del cuerpo es el primer punto a tener en cuenta. No solo para andar, dicho sea de paso; también a la hora de sentarnos, de agacharnos o sobre todo, cuando hagamos ejercicio que nos exija mover peso libre, es decir, si vamos al gimnasio y hacemos pesas o alguna clase dirigida tipo Body Pump. Incuestionable: meter la tripa y el culete a la vez. Ya sé que suena un poco complicado e incluso contradictorio, pero el punto óptimo de gravedad lo hayamos en ese estado. Permitimos una curvatura descansada a nuestras lumbares y repartimos el peso de nuestras extremidades. Asimismo y unido a esto, debemos flexionar un poquito las rodillas, para que las piernas ejerzan de palanca sin hiperextender ningún músculo. Y elevar los hombros, sin cargar el cuello.


Debemos vigilar el tipo de calzado que utilizamos; no sólo adecuado a la actividad que realizamos sino sobre todo, adecuado a nuestros pies y a nuestra forma de pisar. Porque no todos los pies pisan igual. Hay pies anchos y estrechos, dedos largos y cortos y tipos de pisadas. Y después la combinación de todos ellos, convierten a nuestros pies en elementos casi únicos. Así que debemos pararnos a observarlos y conocerlos, para no tener que lamentar mañana malas elecciones del presente. Diversos estudios demuestran que los juanetes, por ejemplo, se heredan pero personalmente pienso que un calzado correcto nos puede evitar o al menos retrasar la aparición de lesiones óseas.









Ahora ya nos llega el mal tiempo; tenemos una tendencia casi enfermiza a meternos en casa y salir solo lo justo, pero os recomiendo que, en la medida de lo posible, procuréis dedicarle cierto tiempo a la semana a andar descalz@s (delicioso ejercicio para realizar en la playa, dicho sea de paso, haga frío o calor.). Sobre todo porque los pies hacen un trabajo casi innato de adaptación al medio y debemos enseñarles a que nos envíen diferente información dependiendo de las condiciones a las que nos enfrentemos. Y por otro lado, porque debemos aprender a distinguir y gestionar dicha información.



El pie gestiona los contactos estáticos y dinámicos del cuerpo con el suelo. Por ello, distinguimos entre estos aspectos.
    Función estática

    • Plasticidad. La necesidad de adaptación del pie al relieve del suelo para que pueda amoldarse a una superficie desigual o no horizontal.

    • Firmeza. Es la calidad que debe conferir al pie su estabilización, una vez se pone el pie en el suelo y de forma suficiente, para mantener el apoyo anteriormente establecido.

    Función dinámica

    • Recepción. Es la capacidad del pie para responder a la amortiguación del suelo cuando llega a apoyarse, más o menos rápido.

    • Propulsión. Es la restitución de la energía acumulada en el momento de la recepción o de una determinada aceleración en un impulso.


Y por último, pero no menos importante, debemos prestar atención al cuidado de los pies; una higiene correcta es fundamental para no permitir que proliferen hongos y otros tipos de visitantes incómodos. Debemos atender a la largura de nuestras uñas, a pielecitas y escamas y a temperaturas extremas, para que no transpiren de más o de menos. Y esto ya es un apunte muy personal: debemos prestar especial atención al tipo de calcetín que utilizamos. Los mejores y más saludables, son los de algodón. No es fácil encontrar un algodón libre de mezclas, ya que casi todo viene mezclado con licra o elastán. Y ni tan mal. Pero huyamos de la fibra, que es uno de los peores enemigos de nuestros pies. No sólo porque seguramente nos olerán peor sino porque facilitaremos rozaduras incómodas y dolorosas. Asimismo, cuidado con gomas que nos aprieten demasiado y dificulten la circulación. Aquí ya no sólo es negativo para los pies, sino para otras muchas funciones básicas.


(...)

Es curioso el rechazo que mucha gente experimenta hacia sus propios pies; no todo el mundo los manipula a gusto y no todo el mundo los atiende como debería. Sin embargo, considero que tenemos que prestarles la  atención que merecen porque son parte fundamental para nuestro equilibrio y armonía vitales. No os resulte violento o molesto pedirme que os masajee los pies, porque es uno de los grandes placeres olvidados en este nuestro (maravilloso) s. XXI. Que casi siempre las cosas pequeñitas nos proporcionan un placer inmenso...

Un beso, mis chicos.
Y como siempre, gracias a todos por todo.






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