El equilibrio es el quid de toda cuestión. Lograr la armonía es el objetivo, al menos para mi. Estar en paz y fluir. Aunque la verdad es que no es tan fácil como nos gustaría. Por nuestras propias trabas y por las trabas ajenas, por los afectos, por los desencuentros. Por la tristeza y por todos los sueños rotos. Cuando en vez de bajarnos del tren, nos empujan en marcha, la cosa cambia. Y reinventarse y volver a ponerse en camino lleva su tiempo.
Pero hay dos trucos infalibles; uno es dejarse querer y cuidar por la gente que nos aprecia, que es parte de nuestra vida y que muchas veces dejamos a un lado pensando que no van a querer compartir nuestra pena, nuestros cambios de humor y nuestras rabietas antimundo. Nada más lejos de la realidad. La gente buena siempre tiene tiempo para esos momentos en los que la montaña rusa está a punto de iniciar su descenso. Incluso aunque les dé más vértigo casi que a nosotros.
Y el otro truco es mantener la mente ocupada. Hay muchas, muchísimas cosas que podemos hacer para airear nuestro cerebro y dejar que los pensamientos y por ende los sentimientos tóxicos se vayan alejando. Es imprescindible recordarnos, a diario, que somos importantes, que somos luz y que debemos ofrecer nuestra mejor versión. Siempre.
Ánimo.
Para lo bueno y para lo malo... nada dura eternamente.
Un beso infinito.
PD: Alguien...
...que ojalá pudiera y quisiera echar el tiempo atrás...
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