y esas personas, a su vez, establecerán con nosotr@s relaciones de un tipo u otro dependiendo de los intereses que nos vayan uniendo. Lo ideal, lo saludable y lo legítimo, es tener cerca gente que nos haga bien, que nos ayude a crecer, que nos enseñe la armonía y que nos de paz. Todo lo demás, lo que no es positivo ni enriquecedor, no nos lo merecemos cerca. Esas son las relaciones tóxicas; las que nos mantienen con el ceño fruncido, en continuo vaivén emocional. Las relaciones que nos anulan, que nos hacen daño, que nos dejan llorando por las esquinas cada dos por tres. Así no.
Os animo a leer el siguiente artículo. Por si detectáis algo...
Una RELACIÓN TÓXICA es
aquélla en la cual una o las dos personas sufren mucho más de lo
que experimentan dicha y placer por estar juntos. Uno de
los integrantes (y en algunos casos ambos) se ven sometidos a un gran
desgaste por tratar de sostener la relación.
Este
tipo de vínculos provocan más insatisfacción que felicidad, y la
sensación de bienestar que pueden proporcionar en escasos
momentos es muy efímera ya que para vivenciarla es necesario
silenciar o pasar por alto ciertas cosas que, de darles la
importancia que efectivamente tienen, causarían un profundo dolor e
incluso llegarían a poner en peligro la continuidad de la pareja.
Ten
presente que nada bueno puede surgir de uniones entre personas que
generan actitudes y emociones lacerantes que nublan tu capacidad de
alcanzar la plenitud emocional que te mereces.
Las
relaciones ideales entre las personas son ganar-ganar.
Una relación tóxica nunca puede catalogarse como tal, son
de ganar-perder y, en muchos casos, las dos personas
involucradas pierden. Si tú eres quien en estos momento se está
planteando si el vínculo que te causa insatisfacción y momentos
desagradables es de esta índole, piensa si hay comportamientos
tóxicos involucrados.
Si
de a ratos preferirías no estar con esa persona porque te hiere y te
entristece visceralmente, si utiliza mecanismos tales como la culpa,
el sarcasmo y la burla para manipularte,
si mina tu autoestima y tu capacidad de que decidas de manera
individual lo mejor para ti, si has llegado al punto de no
reconocerte a ti mismo, entonces eres parte de una relación
tóxica y
eres tú quien sin dudas pierde en esta forma de
comunicación de pareja.
¿Qué
nos lleva a involucrarnos en relaciones tóxicas? Hay
diferentes razones, a continuación detallo las más usuales:
1.
La baja autoestima.
Si
nuestras creencias están basadas en sentir que no somos merecedores
de la atención, el respeto o el amor de otra persona, quien aparezca
será considerado (o considerada) nuestra tabla de salvación, a la
que nos aferraremos con uñas y dientes porque sin esta persona,
¿quién nos querrá? O ¿quién pagará nuestras cuentas? O ¿quién
nos cuidará?
2.
El creernos salvadores.
Fantasear
que nosotros podemos cambiar a esa persona, que hemos llegado a su
vida para que se transforme en otra clase de ser humano, mejor, más
como nosotros queremos que sea, suponer que con nosotros se
comportará de una manera diferente a la que suele hacerlo, que
lograremos que se operen modificaciones impensadas, son caminos de
ida hacia el sufrimiento.
Podemos
ayudar a que otras personas cambien rasgos de su
personalidad que les molesten, siempre y cuando se den
cuenta de que este cambio los favorecería, decidan hacerlo y además
quieran que los ayudemos. Lo que sí tenemos es la capacidad concreta
de lograr que se produzcan cambios asombrosos en nosotros mismos si
así lo deseamos: esta capacidad es innata, por lo que nada ni nadie
podrá privarnos de ella nunca. Es sólo cuestión de tomar la
decisión de hacerlo y poner manos a la obra.
3.
El asumir el rol de víctimas.
Quién
nos va a querer o a aceptar como esta persona que se digna a darnos
ratos de su tiempo, o a convivir con nosotros, en definitiva, a
darnos momentos su (mala) compañía cuando le place. El asumir este
rol implica que estaremos generando (o aceptando) a una persona que
se comportará como victimario.
4.
La urgencia de muestras de cariño.
Este
tipo de deseo imperioso es muy mal consejero, y se suma a la
necesidad de suplir carencias profundas. A veces da como resultado el
tolerar cualquier cosa por un poco de lo que atisbamos como cariño
(una demostración de afecto, sexo, un regalo), pero que en realidad
encubre otro comportamiento de fondo (uso, abuso, egoísmo, maltrato,
falta de respeto, etc.).
5.
Estar acompañado a cualquier precio.
El
miedo a la soledad es el paso preliminar hacia una posible relación
tóxica ya que, vuelvo a mencionarlo, toleraremos literalmente
cualquier cosa con tal de no estar solos. Considero que no hay mayor
sensación de soledad agobiante que el creer que uno está acompañado
por alguien que le va a hacer bien cuando esto en realidad no es así
y esa persona no sólo no cumple con nuestras expectativas más
esenciales sino que atenta (con marcado éxito) contra nuestra
calidad de vida. ¿Cómo confiar en alguien que demuestra que no
quiere nuestro bien? (aunque diga otra cosa).
6.
El aburrimiento.
La
búsqueda de nuevas sensaciones, de una manera de alejarnos de la
monotonía o de la rutina puede hacer que sólo veamos una faceta de
la personalidad de quien nos atrae, la divertida y agradable que nos
saca del letargo en el que estábamos, y no logramos visualizar el
resto de la personalidad de quien nos atrae, en la cual hay
comportamientos tóxicos que en un principio no identificamos.
Encontrar
a alguien que tiene gustos similares a los nuestros es muy bueno –
¡enmascarar una relación tóxica no lo es! Una vez inmersos en un
vínculo de esta índole, se nos dificulta salir porque creemos
falsamente que volveremos al aburrimiento inicial…. ¡esto depende
enteramente de nosotros! Hay muchas personas que comparten nuestros
gustos y sueños que no precisan crear un vínculo tóxico para
relacionarse.
7.
La necesidad imperiosa de cumplir algún rol social
La
necesidad imperiosa de cumplir algún rol social, como por ejemplo el
de esposa/o, madre o padre tal vez pueda llegar a hacernos priorizar
el fin antes que ver a la persona que elegimos como realmente es.
Algunas veces tratamos por todos los medios posibles de enmascarar la
realidad para seguir manteniendo las apariencias y la estructura
social, aunque el costo interno suele ser demasiado alto.
8.
El miedo a seguir avanzando en la vida.
Si
tenemos un vínculo con una persona que nos pone frenos o nos cercena
en nuestro crecimiento y nos estancamos en cierta área de nuestra
vida (ya sea personal, laboral, espiritual o profesional) ¿no somos
nosotros mismos quienes aceptamos quedarnos en una zona conocida en
vez de crecer, desarrollarnos, cambiar y superarnos? Tal vez ésta ha
sido tu ganancia secundaria y por eso has sostenido este tipo de
comunicación por más tiempo del que quisiste o creíste poder
soportar.
¿Quién
dijo que amar es dar sin ninguna clase de límites? En principio hay
un límite bien claro, y es el respeto y el amor a uno mismo, que
está por encima de todo lo demás. Si no te quieres ni te haces
valer y ensalzas a otra persona al punto de priorizarla por sobre tu
bienestar y estabilidad interna, incurriendo en sacrificios
estériles, integras una relación tóxica.
Si
la comunicación con otra persona te hace decididamente mal, impide
que desarrolles tu potencial, te frustra una y otra vez, implica que
relegues deseos que son muy genuinos para ti, en síntesis, no sólo
no suma sino que decididamente resta, ¿hasta cuándo seguirás
tolerándola?
Amar
con equilibrio es la clave hacia una vida emocional sana y
placentera. Trae aparejado no permitir que persona alguna
interfiera en otras actividades o áreas de nuestra vida, entender
que es bien posible desarrollarse en lo que uno desee, y además
crear y disfrutar vínculos sanos con otras personas. No hay por qué
dejar de lado nuestras expectativas, ilusiones, deseos y sueños por
intentar sostener una situación que a las claras resulta
insostenible, salvo que comprometamos nuestra integridad emocional,
nuestra salud, el justo respeto que nos merecemos como seres valiosos
que somos y el derecho legítimo a ser plenamente felices.
Si
estás inmerso o inmersa en una situación de este tipo, tienes una
salida… en realidad, muchas. Cuando tú lo decidas le podrás poner
fin al sufrimiento y lograrás abrir la puerta de par en par a una
realidad distinta, a un futuro lleno de concreciones, optimismo y
buenos tratos.
Asimismo,
siempre cuentas con la posibilidad real de decidir cambiar los
términos de tu vínculo de pareja tóxico en el momento que estés
preparado (o preparada) para hacerlo. Si te disocias del rol que
asumiste en este vínculo (salvador, maltratado,
quien-todo-lo-aguanta, perdedor, sumisa, etc.) la otra persona
automáticamente cambiará su postura al tratarte ya que no
encontrará el mismo eco de tu parte.
Tal
vez no te resulte fácil controlar tus emociones o sentimientos,
aunque sí puedes elegir qué hacer y qué no hacer con ellos. Eres
libre para decidir qué clase de relaciones y de personas te rodearán
cada día de tu vida.
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