Allí donde poso mis ojos lectores en algo que tenga que ver con la Eurocopa, encuentro algo que tiene que ver con Sara Carbonero. Y reconozco que la sociedad, un poco a la chita callando y sin duda al amparo del anonimato que permiten las redes sociales, la está crucificando viva. Sarita no es santo de mi devoción, las cosas como son. Quizá sea un poco injusto el linchamiento masivo pero, sinceramente, la chica se lo gana a pulso. Es sosita, sosaina y aburrida. Y está donde está, sobre todo, porque tiene la cara (y el cuerpo) que tiene, eso no se puede negar. Dudo que sepa amplio y variado sobre deportes (que hay muuuuuchos más que fútbol, por cierto). Y valga por delante que nadie con más sensibilidad hacia el tema de discriminación sexual que yo (en positivo y en negativo, dicho sea de paso) pero lo que no es, no es.
-Sara, ¿llueve?
-No
-¿Y si sales del paraguas?
-Ah, sí.
-Gracias, Sara.
Es una faena (por utililizar un vocablo biensonante) estar en su situación, la verdad. No creo que me cambiara yo ahora por ella (en seriooooooooo ;-D); cuestionada, juzgada y sobre todo, ridiculizada. Ese es el peor de los males, en mi opinión. Que seas motivo de mofa sin cesar. Pobre. Que sí, pobre. Pero bueno, pensándolo bien, tiene un novio forrado, un buen (y bien pagado) curro y está estupenda. Es verdad. Tampoco está tan mal...
-Sara,¿qué piensas de Del Bosque?
-Soy más de playa.
Amén.
Paz y bien, mis chic@s...
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