Ya os lo he dicho más veces pero tener la inmensa suerte de contar en la vida con gente maravillosa que nos haga más dulce el camino, no tiene precio. Y ayer tuve la deliciosa oportunidad de estar en fiestas de Leioa (edad media: 15 añitos...) con mis brujas. Como siempre, me quedo con la risa, la del alma y la de la cara; la risa del corazón que hace bien, que cura, que mece, que ofrece reposo. La risa de la ternura, la sonrisa que nos hace sentir importantes. Y poderosas.
En este viaje en busca del príncipe azul (que parece que anda peleando con dragones), tuvimos nuestros ratos filosóficos, claro; hasta de fiesta somos un poco ñoñas (bueno, esa es Gurutze, que mis adjetivos eran otros...). Y aunque todas estábamos de acuerdo en que el príncipe debe apagar los fuegos que pueda y sepa, la idea importante era que nos tenia que hacer reír. Príncipe cómplice, sereno, sencillo, amoroso, dulce... y con quien lo pasemos bien. Con buen humor, desde primera hora de la mañana. Porque todo lo que viene amargo, se endulza un poco en buena compañía. Y el camino se hace más llanito...
Maravillosos príncipes...¡ya sabéis!... ;-D
Gracias a mis chicas, mis brujas, mis bellas.
Y gracias a todos vosotros, que os tomáis la molestia de acercaros a mi vida y al saloncito.
Siempre es un regalo vuestra compañía.
¡¡Besitos de recién estrenado verano!!
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