satén s. m. Tela de seda muy brillante, ligera y suave. raso.
Siempre asociamos la noche con ese momento especial en el que llega la magia y a golpe de trucos más o menos acertados, baja el telón y todo vale entre los bastidores de nuestras vidas. De noche, que decía aquel, todos los gatos son pardos y Don Juan se convierte en Juana la Loca. Indudablemente, la noche es el abrazo del sexo rico y amoroso, cuando hay con quien hacerlo realidad. La noche acoge, sugiere, invita, inspira, susurra, llena de paz...
Anoche viví una de esas noches que se tiñen de locura sin fin. Lo que empezó siendo una charla amigable -tengo de visita a mi otra parte del pack, una bruja donde las haya-, acabó siendo una de las conversaciones más divertidas, amenas y exhortizantes que recuerdo haber tenido hace muuuuuuuuuuucho tiempo. Hicimos un repaso a nuestros años noventa -que veinte años no es nada, qué sutil la mirada...-; repaso de momentos, de tiempos, de sueños, de absurdeces quinceañeras (sin tener quince, ¡claro!). Repaso al Taller de Juventud, a Asier y Piter (¡cómo no!), a los bomberos de bilbao (asignatura pendiente y van dos), a las convivencias, a las relaciones familiares que hemos tenido la suerte de disfrutar, a las relaciones humanas que nos han hecho crecer...
Una noche fascinante, la verdad. De esas que no se planean y llegan solas; noches espontáneas, noches que regalan risas y sonrisas, noches llenas de encanto. Noches que afianzan aún más y dejan un grato regusto...
El tiempo está un poco revueltillo.
Pero si la luz interna luce, todo se ve con otra peerspectiva.
Que ya lo dijo Ramón de Campoamor (1817-1901)
«Y es que en el mundo traidor
nada es verdad ni es mentira;
todo es según el color
del cristal con que se mira"
Leamos, por cierto.
Que leer también acaricia el alma....
¡Besitos optimistas!
No hay comentarios:
Publicar un comentario