No sé si a vosotros os pasa, pero yo, cuando hago repaso del camino de mi vida, me doy cuenta de que hay decisiones que marcaron de forma más que evidente el rumbo de mis pasos. No podemos saber cómo habría sido otra hipotética vida -aunque confieso que me gustaría poder mirar por un agujerito, por curiosidad...-, así que entendemos que la que tenemos, es la mejor que podríamos tener. En cualquier caso, el run run de ese cruce de caminos siempre ronda mis recuerdos.
Traigo al presente momentos -decisiones, anhelos, sentimientos, sueños...- que mirado con perspectiva, considero que tuvieron un peso importante para que yo llegara hasta aquí. Que no sé si es el sitio correcto, pero es el que es. Y, la verdad, me gusta. A veces no hace falta más que sentirse en paz para disfrutar de las pequeñas cosas de la vida. O son las pequeñas cosas de la vida las que nos reportan paz. ¡Siempre dual!
Enlistando, enumero, por ejemplo:
-estudiar pedagogía...
-dejar de jugar a balonmano...
-no aprovechar cierto viaje en ferry a portsmouth...
-dejar de lanzar peso...
-hacer poco caso a mi madre...
-que se me estropeara el coche en cierto viaje a pamplona...
-no seguir los consejos de Itziar, mi profesora de lengua...
-rechazar trabajar en "Agintzari"...
-apostar por ir de Erasmus de un día para otro...
-no quedarme en Madrid...
-(....)
Aunque sin duda, si he de elegir el día, el momento que cambió mi vida,
ese fue la noche de las lentillas en casa de Asier y Piter.
;-D
Ahí está el verdadero punto de inflexión de mi camino.
Wow.
Y en breve habrá otro punto de inflexión, explosiva mezcla de alegría y de tristeza.
Ese no sé cómo lo voy a encajar.
Mañana ya estaré en Vizcaya;
desconozco las posibilidades reales de conexión a internet que tendré,
pero estoy accesible de un modo u otro.
Gracias a todos los que os habéis interesado
por conocer la magia del saloncito...
...magia que hacemos entre todos,
porque todos ofrecéis mucho más de lo que podéis imaginar.
Se me cuiden,
viajeros.
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