Para mí, el día empieza en el momento en el que me meto en la ducha. Ese es mi momento, mi reconciliación con el mundo. Lo hago incluso antes de desayunar. Y además considero que es un momento de auténtico placer, que además me inspira. Debajo de la ducha se me ocurren ideas de lo más variopintas y puedo llevar a cabo proyectos de todo tipo. El problema viene en la factura y en la conciencia ecológica, por eso de que el agua es un bien escaso... Espero que el Planeta me perdone.
:-)
Y como ya tenía ganas de ir por el Norte, en un ataque de esos en los que se van depejando incógnitas debajo de la ducha, me he animado a un cambio. Que conste que tener el saloncito en Leioa ha sido la mejor de las opciones y su anfitriona la mejor de las amigas, pero a veces hay que apostar. Y esta es una de esas veces. Aunque me asusta y me emociona a partes iguales.
Así que traslado el saloncito a Sopelana,
a un apartamento pequeñito y acogedor;
en un entorno precioso
y con un horario más amplio.
Vamos a ver cómo nos acompaña la energía
en esta nueva etapa.
Sabéis, como siempre,
que, como cada vez,
sóis bienvenid@s.
Con ilusión,
con ganas,
con alegría,
con seducción...
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