...Hay conversaciones que nos ayudan a reflexionar sobre cómo actuamos las personas en determinadas situaciones y sobre las sensaciones que nos provocan los actos ajenos. Casi siempre nos sorprendemos con reacciones inesperadas, con celos o dolorcitos que no sabíamos que éramos capaces de sentir. Nos invaden egoísmos, tristezas injustas, necesidad de poseer de forma incontrolada. Y entre todo el jaleo mental que nos ataca, se nos olvida algo que es básico y que no todo el mundo sabe gestionar (sobre todo en relaciones de pareja): el derecho a la propia intimidad.
Todos tenemos un mundo interior que nos pertenece; el mundo en el que construímos nuestros sueños y nuestras ilusiones, el mundo en el que nos protegemos de nuestros miedos y de nuestros complejos. Un mundo de fantasía y de utopía en el que ansíamos que el vecino del quinto, guapérrimo él, nos dé el beso de nuestra vida después de parar el ascensor ;-D Pues eso. Intimidad. Que a veces se comparte y a veces no; que a veces nos da vergüenza decir en voz alta y otras veces no nos apetece hacerlo público. Sin más. Así que para relaciones sanas, honestas y duraderas, es imprescindible que cada una de las partes mantenga su pequeño espacio, si alguna de las partes así lo manifiesta. Y no es que se ame menos ni que se confíe menos ni que se necesite menos la compañía elegida, no. Es, más que nada, que no hay perder la esencia propia por demostrar a alguien que queremos que sea parte de nuestra vida y que es importante para nosotros.
Ternura y asertividad ;-))))))
Y hablando de intimidad...
...el otro día uno de mis cul.., digo, de mis chicos (;-D), me insinuó, con toda amabilidad, que era como una madre ;-O. No es que sea un piropo, la verdad, o quizá es que una mujer se espera otro tipo de piropos, pero lo cierto es que quienes pasáis por mi saloncito -por extensión, por mis manos- sóis como mis pollitos; os cuido, os acompaño, os animo. Me preocupan vuestras lesiones, vuestras contracturas, vuestros hombros cansados. Y por supuesto, todo lo que pasa en Roma, en Roma queda ;-)
Así que si os apetece un ratito de ternura, de mimos, de caricias, un ratito de serenidad y de sensaciones agradables, no dejéis de disfrutar de la magia del saloncito.
Besitos.
Dulces,
cariñosos,
respetuosos...
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