La vista es el sentido que nos facilita información inmediata, que nos acerca o nos aleja de alguien cuando no nos preocupamos en ir un pasito más allá. La vista nos enseña el mundo, nos pinta lo externo y nos permite organizar nuestras rutinas y nuestras obligaciones. Pero el resto de lo sentidos, hacen de filtro para discriminar aquello que nos produce sensaciones más o menos agradables, sensaciones de paz, de alegría, de quietud o de incertidumbre.
El oído nos alerta, nos ayuda a definir, por ejemplo, si una voz nos resulta sexy, si los pajaritos alegran o molestan o si los petardos son parte de la cultura o es puro ruido (es que las Fallas ya se acercan... ;-D). Hay sonidos, como las olas del mar o una tormenta, que a casi todos nos reconcilian con esa serenidad que disminuye según avanza el día; hay música que nos ayuda a sentirnos mejor, que nos evoca recuerdos que nos hacen sonreir... El ruido constante de una gran ciudad, por habitual, nos asienta en el discurso de quienes somos y dónde estámos; el silencio, por su parte, puede resultar incómodo o doloroso por diversas razones.
El olfato viene dado; no es un sentido al que presetemos demasiada atención, como tal, si no es porque algún agente externo nos lo encienda de golpe. Normalmente los malos olores nos desagradan al instante; sin embargo, no siempre somos capaces de reaccionar ante un hombre o una mujer que huele a las mil maravillas... Por mi parte, ya lo he confesado alguna otra vez, puedo declararme fan de alguien sólo por cómo huele... ;-)
El gusto...bueno, lo tenemos y lo usamos, claro, pero quizá menos de lo que se merece. El sexo oral, por ejemplo, es uno de los grandes placeres y regalos de la sensualidad, pero si se mecaniza, si se "objetiza", acaba resultando molesto e incluso desagradable. El gusto organiza nuestra gastronomía y por ende, nuestro sentido del humor. ¿Quien no ha estado alguna vez a régimen con un humor de perros?
Y el tacto, mi querido y adorado tacto. A éste sí que lo tenemos preso, denostado incluso. Todo lo que suponga una muestra de afecto en un contexto diferente, todo lo que sea expresar con el cuerpo sin necesidad de una connotación sexual... todo lo que sea entrar en contacto más allá de la piel, está mal visto. Al menos al principio; hasta que alguien nos cataloga y etiqueta y reconoce sencillez y normalidad en algunas expresiones físicas (léase normalidad en cursiva ;-)).
No todo se reduce a lo genital, chicos míos; no todo es única y exclusivamente, sexo. Por el camino, hay muchas muestras de afecto que no tienen por qué culminar en lo mismo. Una caricia, un abrazo, incluso una mirada llena de sensualidad puede ser, sencillamente, eso: el juego, el flirtreo, la vida, en suma. Pero el contacto de un cuerpo con otro cuerpo, es un intercambio maravilloso de experiencias, de afectos que nos hacen ser quienes somos y darle color a la vida. Otro color diferente al nuestro propio. Y entonces todo cambia, para volver a empezar.
Os propongo jugar a disfrazar los sentidos, sobre todo el de la vista; cerrad los ojos e intentad intensificar todo lo demás, toda la infomación que captamos con el resto de los sentidos. Un paseo, las olas del mar, una sesión de juegos de alcoba, una cena... De repente, cuando nos dejamos, cuando nos lo permitimos, se nos regalan sensaciones que habían pasado desapercibidas; todo es más intenso, más fuerte, más... especial. Y al final, el regusto dulce que nos queda nos permite hacer consciente esa belleza oculta que dejamos pasar día a día.
Todos ajustamos nuestros sentidos a nuestra vida y potenciamos unos en detrimento de otros, por dejadez, por pereza o por no saber cómo hacerlo. Pasamos demasidado tiempo haciendo cosas que no nos gustan y se nos olvida cuidar aquello que nos hace bien -las personas, los hobbys, ¡los sueños!-. Nos hacemos descuidados y grises, nos desdibujamos entre las obligaciones... y al final, conscientes de nuestra responsabilidad, preferimos echarle la culpa a los demás. Deporte nacional ;-)
Os invito a que paséis por el saloncito;
no sólo a disfrutar de un buen masaje,
sino sobre todo a sentir,
a experimentar el regalo del tacto,
a poner en órden los afectos
y las sensaciones que nos llenan.
Dejad los problemas y las preocupaciones para otro rato,
que en el saloncito lo que toca es disfrutar.
Un besito
con olor a pólvora...
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