Se nos educa para juzgarlo prácticamente todo menos lo realmente importante, que son nuestros propios actos y nuestra forma de actuar. Juzgamos la política, los políticos, las leyes, la religión, los árbitros ;-D... juzgamos aquello que no nos gusta sin pararnos a pensar que puede ser que, incluso en aquello que nos disgusta, puede que haya algo bueno aunque no nos convenza.Eso es un ejercicio de infinita sabiduría y de inteligencia emocional, algo de lo que adolecemos las personas en particular y la sociedad en general.
Cuando pensamos en todo aquello que suena a sexo, sexualidad, sensualidad, desnudez o intimidad, por ejemplo, automáticamente lo asociamos a genitalidad, mezcla de morbo y de prohibido.Y olvidamos por completo que lo importante es cómo vivimos la vida, el modo en que miramos las cosas y el valor que le damos a cada una de ellas.
Por eso hoy me gustaría hacer hincapié en aquello de que "todo es del color del cristal con el que se mira"; todo lo que nos rodea puede tener un matiz mucho más espiritual -sensitivo, dulce, tierno, amoroso...- si así lo deseamos. Lo que nos rodea y que no atenta contra la libertad ajena -la de verdad, la libertad de la vida-, no es ni bueno ni malo por definición (tal y como postulaba Rousseau en relación a los seres humanos ;-)); lo que nos rodea, tiene el color, el matíz y el tempo que queramos darle.
La sensualidad, como os decía -y elijo esta palabra a propósito, como resúmen de un estilo de vida que engloba todo lo demás-, es una escala de valores; es mirar el cuerpo como un todo, es desear la armonía, es esperar la ternura de las relaciones. La sensualidad es sentirse importante, sexy, íntegro; es decidir con el corazón y actúar con el alma (lo sé, demasiado humanista ;-D). La sensualidad es alinear el sexo en todo lo demás y no al revés; es vivir la espontaneidad de una sonrisa, la dulzura de un beso o el regalo de un abrazo.O la sorpresa de una mirada seductora. Eso es la sensualidad. Nada sucio, nada prohibido, nada censurable. Lo sensual es bello, es tierno, es respetuoso, es lúcido, es sensato. Es darse en positivo, es regalar la energía que nos hace crecer. Porque sí, la sensualidad es la magia de la vida...
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