"ES QUE..."-giro lingüístico por excelencia para dejar bien claro que siempre hay algo o alguien mucho más culpable que uno mismo-...NO TENGO TIEMPO". Ahí está la frase mágica, el conjuro, el hechizo del maligno. Es la frase por excelencia, el comodín, la justificación perfecta para todo. Y de sobra sabemos que no es verdad. Por regla general, el tiempo es cuestión de organizarse y de establecer prioridades; y sobre todo, es cuestión de no dejar que nos venza la vagancia interior que todos llevamos de serie y que gana terreno a medida que vamos cumpliendo años.
"No tengo tiempo" no es una realidad trascendente en sí misma porque el tiempo es algo que está por encima de todo control consumista. Y siempre siempre tenemos tiempo. Muchos de vosotros, amparados por la intimidad del saloncito, soléis hablarme de esos tempos matrimoniales y/o de pareja en que la monotonía parece invadirlo todo. Y la otrora pasión con la que os enfrentabáis a la sexualidad conyugal, queda relegada a un recuerdo de juventud, como un fantasma que a veces aparece. Pero nada más. Y es que...
..."¿Sabes, Larri? No tengo tiempo. No tengo tiempo de comprar un detalle para mi pareja, no tengo tiempo de ir a un sex shop, no tengo tiempo para hablar, no tengo tiempo para conocer más a mi pareja, no tengo tiempo para no hacer nada con mi pareja, no tengo tiempo para un baño romántico, no tengo tiempo para mí". Y resulta que sí tenemos tiempo para todas las cosas que no son tan importantes y parece que nunca lo tenemos para invertirlo en las que sí lo son. Se difuminan. Y nos hacemos pequeñitos porque no conseguimos ser felices.
Así que (n)os propongo un cambio de estrategia; un cambio de valores, un cambio de importancias vitales. Si nuestra pareja es nuestra primera opción, no la dejemos como la última, la de las migajas. Cuidemos la comunicación, la ternura, los afectos; cuidemos el tiempo del amor y el de la sensualidad. No releguemos a algo estanco y obligatorio el espacio de la pareja porque hay miles de matices que siempre quedan por descubrir. Hablemos. De lo que nos gusta y de lo que no, de lo que necesitamos, de lo que esperamos. Hablemos. Para entendernos, acompañarnos y asumirnos. Para conocernos. Para acercarnos. Hablar -sin gritos, sin reproches, sin estruendo- es una de las claves para hacer un camino más llevadero. Y reccordemos, asimismo, que siempre debe haber tiempo para un abrazo, para un beso, para una caricia y para una risa. Y que siempre siempre hay tiempo para recuperar los sueños y las ilusiones perdidas.
(...)
Os recomiendo que (re)leáis Momo.
Con los ojos de la magia.
Veréis cuántas cosas esconde...
"...En las ruinas de un anfiteatro, justo afuera de una ciudad italiana sin nombre, vive una niña llamada Momo, que posee la habilidad extraordinaria de oír de verdad. Escucha de una manera tan especial que es capaz de encontrar las respuestas a los problemas de quien habla con ella, de hacer amistades e inventar juegos muy divertidos, hasta el extremo que en su barrio la frase Vete a ver a Momo se ha convertido en proverbial. Momo tiene amistad con todos y especialmente con el barrendero Beppo y conel guía turístico Gigi Cicerone.
2 comentarios:
Hummmm....el tiempo...lo más difícil de todo es saber respetar el tiempo de quien tenemos al lado, que ese alguien tiene que vivir por sí mismo y no estar siempre supeditado a cada uno de nosotros. ¡Cuántas amistades truncadas por acaparar, por querer que la pareja sólo exista para el compañero/a oficial...!, por querer llevar la voz cantante desde el primer momento de la convivencia. ¡Qué falsos amores se perpretan !
Besos Larri
"Hablemos. De lo que nos gusta y de lo que no, de lo que necesitamos, de lo que esperamos. Hablemos"
¿Sabes Larri...? No he hablado tanto en mi vida, y no imaginas lo que me j*de, porque te aseguro que hablar con ella es lo que menos me apetece ;)....pero ya ves.....mientras la red no mejore en ese aspecto, es casi lo único que se puede hacer por el momento.....¡¡Mecachis...!! jajaja.
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