Me decía hoy un amiguete (¿me permites que te llame amiguete? ;-D) que la atracción, el feeling entre dos personas no pasa necesariamente por gustarse físicamente. Él dice que cuando hay buen rollo, hay una especie de atracción natural e innnata. Y me ha hecho pensar un rato en ello.
Puede gustarte una persona por su carácter, por su sentido del humor, por el brillo de sus ojos o porque usa algún fetiche de esos que nos trastoca sin saber por qué. Yo me considero una mujer de gustos atípicos, por definirlo de alguna manera. Os diría que a mí me da cierto morbo un hombre con el pelo largo, los uniformes, un hombre con pendientes, los tatuajes, una boca sexy, un delantal en un momento determinado... Generalmente no he participado ni participo de los cánones establecidos (bueno, entre Brad Pitt o Pierce Brosnan, me costaría decidirme, pero son casos extremos ;-D) y siempre he funcionado desde mi instinto y la cadencia de mis gustos. A éstas alturas de la vida me seduce con locura una conversación inteligente; una conversación con giros, con juego, con humor sutil, con picardía. Me seducen reflexiones ingeniosas y perspicaces, teñidas, si acaso, con un delicado toque tierno. Pero todo en su justa medida ;-))))))
Mi conclusión final, de todos modos, es que el cuerpo es el conductor de las emociones y que para bien o para mal, filtramos desde lo que nuestra anatomía traslada y recibe. Ya hablamos en otro post de los sentidos y del papel fundamental que juegan en el arte de la seducción y, obviamente, cada cual tiene su personal escala en esto de los gustos. Para mí es importante un equilibrio entre lo de fuera y lo de dentro, una mezcla de deseo, pasión y admiración, una mezcla de sensualidad y sexualidad. Porque aspirar a tenerlo todo, entiendo que tiene un punto de utopía... ¿o no?
Regaláos un masaje sensitivo
y descubrid vuestro propio pulso...
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