En el momento en que he dejado de pensar en la vida y he comenzado a saborearla -sin negar, también, su lado amargo-, las cosas han ido sucediéndose en armonía y en paz. Precisamente lo que siempre he querido encontrar. Imagino que volverán las tormentas y los temporales pero ando aprendiendo cada lección y confío en gestionar los contratiempos con la sencillez que ahora mismo me acompaña.
¡Qué sensación tan placentera! Saberme en camino, saber que tengo ánimo, ganas y luz, saber que no hay angustia suficientemente poderosa que derribe mi esencia. Saber que este es el sitio y que no hay nada más que el hoy. Para lo bueno y para lo malo. Disfrutar de las pequeñas cosas, soñar las que nos hacen felices; alejar lo tóxico y dañino, cuidar lo amoroso. Al final, recogemos lo sembrado. Así que mejor sembrar dulzura...
Ya solo nos falta un poco de sol y que la lluvia deje de ser la protagonista también de la primavera. Digo yo que las lechugas ya están más que regadas... ;-DDD
Os espero al calor de la ternura, mis chic@s.
¡¡Mil besos!!
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