Hacía mucho que no lo practicaba, pero una de las mejores terapias para las mujeres es compartir cama con una amiga (no me piensen mal, caballeros ;-D) y dedicar un ratito a intercambiar confesiones. Una delicia, de verdad. No tengo ni idea de si es una práctica entre los chicos pero a mi me parece glorioso. Nos dejamos fluir, nos abandonamos a la confianza y a la serenidad y se crea un marco que en el día a día es difícil encontrar. Así que escuchamos y contamos muchas de esas cosas que nadie sabe, que no sabemos o no podemos compartir; por pudor, porque sacar fantasmas y revivir sentimientos y momentos duros, es difícil. Y duele, claro. Pero en el silencio de la noche, con la luz apagada y con la ternura a flor de piel, se hace la magia. Es como el sexo con amor, un auténtico regalo.
Así que este finde he tenido la suerte de disfrutar de buenos momentos con mis brujas, momentos de todos los colores. Momentos que nos han acercado, que nos han encandilado, que nos han emocionado y que nos han recordado lo grande de la amistad, lo importante de contar con gente de bien; gente que nos cuide, que nos acompañe en los tiempos prósperos y en los complicados. Siempre os lo he dicho pero la verdad es que nunca podré agradecer a mis amigas todo lo que les debo y que nunca podré compensar suficiente. Un lujo. Un lujazo.
Y en esta línea de sentirme agradecida,
reitero también mis gracias a quienes seguís confiando en mí
y os dejáis mimar y cuidar por mis manos.
Manos que se llenan de luz y de magia
porque seguís haciendo que ame mi trabajo.
Cada día más.
Os espero, mis chicos.
¡Cómo duele este silencio de amor!
4u...
No hay comentarios:
Publicar un comentario