Arf, arf.
Lo siento.
Llego, vuelvo a llegar.
He tenido visita este fin de semana y el ritmo de la vida cambia un poco; de hecho, ya es jueves y ni me he enterado de esta semana. Bueno, que ayer fuera fiesta también me ha descolocado un poco. Ufff, el tiempo se pasa volando...
Acabaron los Juegos Olímpicos; el medallero español quedó bastante mejor de lo imaginado y los británicos se hicieron grandes en su tierra. El control antidopaje surtió efecto y la eliminación de los bañadores inteligentes y el agua con ozono, dejó los récords de la piscina bajo mínimos. El atletismo tuvo, de nuevo, nombre propio -BOLT, Usain- y la gala de clausura se dejó ver. "Always look on the bright side of life"...
Estos días he aprendido que los momentos de la vida están para eso, para ser vividos como, donde y con quien toca. Nada es para siempre (o como dice Isma, "el amor es eterno mientras dura") y casi siempre, todo lo bueno acaba pasando. Y después llega otro momento. No sabemos si de subida o de bajada, pero llega otro. Y después otro. Podemos elegir quedarnos en la balsa que nos ofrece la monotonía y la seguridad de momentos que no nos hacen felices pero que nos dan calma; o podemos elegir arriesgar y apostar por nosotros mismos y el sueño de la felicidad, aunque puede ser que ese sueño no llegue nunca. Hay que elegir.
Por lo que a mi respecta, elijo pelear, buscar, insistir, llorar, reir, amar, confiar, soñar... sentirme viva, aunque muchas, muchísimas veces, me duela hasta el alma. Gracias a tod@s.
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