lunes, 9 de julio de 2012

**PROPIOCEPCIÓN


Una de las cosas más importantes que he aprendido a lo largo de todos mis años de trabajo en el mundo deportivo es que hay que conocer a fondo nuestro propio cuerpo para poder sacar el máximo rendimiento a nuestras capacidades y aptitudes. La pregunta del millón es, sin duda, cómo reconocer todas las sensaciones que nos invaden en cada una de las actividades en las que participamos, desde la postura para dormir o para conducir hasta la forma de posar la planta del pie, pasando por la forma de sentarnos o de cocinar. Todo tiene su matiz.

Y ahí es donde entra en juego la propiocepción, que es la capacidad de nuestro cuerpo de ubicar la posición de las articulaciones en todo momento; o lo que es lo mismo, la capacidad que tenemos de conocer nuestra postura con los ojos cerrados. Un complejo sistema de receptores y sensores mantiene informado al cerebro sobre cuestiones como la posición, la contracción muscular o el equilibrio.


A pesar de tratarse de un sistema automático, siempre hay posibilidad de fallo en la respuesta, ya sea porque la agresión fue brusca o intensa o porque nuestro sistema propioceptivo no estaba alerta en ese instante. Hay diversos factores que pueden influir en el mal funcionamiento de este sistema, como el cansancio, la temperatura o la utilización de dispositivos de protección externos (rodillera o tobillera, por ejemplo). Estos engañan a nuestro cerebro simulando una falsa sensación de protección.

El fin de controlar nuestros sensores propioceptivos es minimizar al máximo la posibilidad de tener una lesión, ya que si somos capaces de identificar posturas, movimientos o gestos que inciden negativamente en alguna parte de nuestro cuerpo, conseguiremos no forzar posturas nocivas e insanas.


Cuando hablamos de personas sedentarias, hay factores comunes que es necesario empezar a controlar; (no me extiendo en lo relativo a la calidad del colchón y de la almohada, que son básicos). Del día a día debemos cuidar al máximo la postura a la hora de sentarnos delante del ordenador, la postura al conducir y la postura en el sofá. Debemos empezar por ahí. Sentarnos correctamente es primordial; hombros firmes pero descansados, alineados con la clavícula. Cervicales relajadas. (Ceño sin fruncir y sonrisa amable ;-D).  Abdominales en contracción isométrica, pequeña rotación de cadera para descansar las lumbares y una respiración controlada y profunda.

Y de otro lado, tenemos que cuidar el modo en el que pisa nuestro pie, que es la base de un engranaje más complejo y que debe soportar el peso, la gravedad y los impactos de algunos de nuestros movimientos más bruscos. Calzado apropiado a la actividad que vamos a realizar y un apoyo completo de la superficie plantar, para que no derive en molestias en las rodillas, en la cadera o incluso en las cervicales.



Así pues, os invito a que hagáis consciente vuestro cuerpo y las partes que cada cual descuidamos más, bien  por ser nuestras zonas más débiles, más fuertes o más psicosomáticas, que también las tenemos. Hay que identificar qué nos duele y procurar entender por qué; siempre hay un camino de ida y otro de vuelta, así que no dejéis que un dolor se haga crónico innecesariamente.

Si necesitáis rehabilitar una lesión, reeducar una postura o hacer desaparecer un dolor, pasaos por el saloncito, que hay solución para (casi) todo.

¡Un beso!



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