En líneas generales, creo que siempre he hecho lo que he querido. Entendámonos: no lo que me ha dado la gana, sino lo que a cada momento he considerado más oportuno eligiendo en libertad. Mi padre -personaje, donde los hubiera-, siempre me animaba a subirme a cada uno de los trenes que pasaban por mi puerta. Con el destino que fuera, pero subirme. Porque el fin del trayecto iba a ser una nueva experiencia con la que aprender, disfrutar y crecer. Quizá me he pasado cogiendo trenes -por aquello de "aprendiz de mucho..."-, pero no me arrepiento. Creo que esa parte de la mochila lleva un peso positivo y enriquecedor.
Otra parte de la mochila lleva penas y momentos menos dulces, (que no me apetece mucho enumerar); están ahí, me han enseñado a valorar las cosas pequeñitas y a quedarme con lo realmente importante. Buena lección, qué duda cabe.
Otra parte tiene mucho que ver con la gente que ha estado y está en mi vida; mucha gente y casi toda muy buena, no me puedo quejar. Me quedan buenos recuerdos de amigos, de amantes, de sueños (cumplidos y truncados), de parejas; me quedan los años del cole, los años jugando a balonmano (mi auténtica y certera pasión), los inicios en el mundo de la tecnología. (Gusgus, por ejemplo. Otra historia, casi otra vida...). Mis brujas, a las que tanto hago alusión; Pepito Grillo, aunque como dice ella, "no me preguntes nada, que luego no me haces caso". Las amigas de mis amigas...Y mi ama, con sus enseñanzas llenas de inteligencia ("Tanto amén amén...").
Y otra parte es mi experiencia laboral; diversa y variada, la verdad, pero siempre dando lo mejor de mi y procurando disfrutar y aprender. Cuando algo no me ha hecho bien, he preferido retirarme, incluso en los peores momentos. Siempre estoy buscando, investigando, profundizando. Estudiando, que es algo que he redescubierto cuando ya no ha sido una obligación...
...porque hay dos cosas que me definen bastante bien: una, que cuando algo se me aferra al cuello sin dejarme espacio libre, me hace revolverme como gato panza arriba. Y aflora la leona. Y dos, que si yo no hago ruido, malo... Luego ya están los defectos y las virtudes, pero bueno, no es cuestión de enseñar aquí todas las cartas ;-D
Así que, llegados a este punto, el balance es bueno; de hecho, creo que lo hace bueno el mismo hecho de que aun hay muchas cosas que vivir en muchos sentidos. Quiero seguir cuidando mi interior, a ver si llega alguna vez esa ansiada armonía; quiero seguir haciendo autocritica, que es la única forma de pasar por la vida sin hacer daño a nadie. Quiero seguir aprendiendo sobre anatomía y ternura, los dos pilares de mi trabajo. Quiero estudiar, lo que sea que caiga en mis manos. Quiero amar y ser amada. Con las cosas del día a día, con lo que nos sale al encuentro. Quiero no arrepentirme de nada. Quiero vivir como cuando teníamos 20 años (los 20... ¡quien los pillara!) pero con la sabiduría de los 40. Quiero decir no cuando es no. Y ofrecer lo que soy y lo que tengo cuando es sí. Y quiero seguir aspirando a la felicidad...
Gracias a tod@s l@s que, de un modo u otro, sois parte de mi vida y llenáis de cosas buenas mi mochila.
Gracias de corazón.
Y aunque me consta que muchos de l@s que seguís el blog no sabéis euskera, dejadme compartir con tod@s esta canción que está llena de magia y que marca, de algún modo, un antes y un después en mi existencia. Me hace sonreir y llorar a partes iguales, pero me encanta. Me recuerda que, a pesar de todo, la vida siempre está para ser descubierta...
Os sigo esperando.
Como siempre.
Como cada vez.
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