domingo, 8 de abril de 2012

** RELACIONES Y COMUNICACIÓN

Las relaciones personales son complejas, por definición. Tienen demasiados componentes (propios y ajenos) y no siempre tenemos las ganas ni las herramientas para hacer las cosas bien hechas, aun sabiendo que algo está fallando. Cuando esto ocurre, entramos en modo barrena destroyer y actuamos como si nos hubieran puesto dos orejeras que nos impiden mirar alrededor. Nos ponemos en modo "sólo yo" y somos capaces de hacer visible nuestro peor yo. 


Y entonces cortamos la comunicación, que es el proceso humano más importante después de la alimentación. Una mala comunicación es causa de desavenencias insalvables y problemas que acaban enquistándose, convirtiendo relaciones idílicas en auténticos infiernos.







Pero no sólo debemos comunicarnos bien, también debemos hacerlo con empatía. Lo más importante de la comunicación es saber escuchar; escuchar con los oídos, con el corazón y con el cerebro, abrirnos a entender -de verdad- lo que quieren decirnos.
Generalmente escuchamos con ganas de hablar pero debemos evitar la tentación de hablar únicamente de nuestra propia historia; debemos perder nuestra propia importancia, dejar de defender nuestro punto de vista. Debemos colocarnos de manera sincera en el lugar del otro. Esto se logra con entrenamiento ya que el egoísmo humano esta arraigado en nosotros. Los seres humanos tendemos a escuchar con ganas de imponer nuestro criterio, nuestra historia y casi siempre, según nuestros paradigmas. 
Error.


Cabe destacar que las relaciones personales se alimentan a largo plazo; la consideración, el respeto y la confianza se logran con el tiempo. Stephen Covey lo denomina cuenta bancaria emocional, donde hacemos constantemente depósitos, y si ganamos su confianza, en algunos casos esta cuenta es tan fuerte que podemos darnos el lujo de enfrentar algunas dificultades en la relación sin que ello traiga consecuencias graves a la hora de proponer una nueva idea o de criticar, de modo constructivo, las acciones de nuestros semejantes.
Si pensamos que una persona es inteligente, dinámica, amorosa, con buenos sentimientos, excelente, pues digamoslo, expresemos lo que sentimos; demos lo mejor a esta persona y siempre la tendremos cerca. Estamos poco acostumbrados a decir cosas bonitas y mucho menos a escucharlas. Y para hacer ambas cosas bien hechas, tenemos que practicar.
También tenemos el derecho y la obligación de decir que estamos tristes, que algo no nos gusta, que no estamos de acuerdo con según qué actitud. Si una persona nos importa, si la queremos de verdad, debemos hacerle saber cómo nos sentimos y cómo nos hace sentir. Y cómo le hacemos sentir.


Todo esto construye una relación personal que puede durar mucho tiempo y que hará que la relación fluya sin contratiempos. Somos más propensos a acercarnos a aquellas personas que nos inspiran confianza o que tienen prestigio para nosotros.

Se acaba la semana santa. 
Cuidado en la carretera, mis chicos.
¡Un besito!



No hay comentarios: