miércoles, 18 de mayo de 2011

** HABLAR CON TACTO


"Es una cualidad que deberíamos cultivar con pasión. Hablar con tacto nos engrandece como persona y nos gana sinnúmero de simpatías. Mientras los tiempos son más difíciles, mientras el entorno está más cargado de tensión, conflicto y agresiones verbales, más tacto nos hace falta en el habla.

El DRAE define el tacto, en sentido figurado, como la habilidad para hablar u obrar con acierto en asuntos delicados, o para tratar con personas sensibles o de las que se pretende conseguir algo. Se trata de hacerlo con delicadeza, con diplomacia. Resulta incómodo hablar de cosas difíciles, señalarle a alguien un problema, decir algo que sabemos será difícil de aceptar, pero ello se puede realizar si lo hacemos con franqueza, y si la otra persona aprecia que nuestras palabras denotan un sincero interés por ella. 


Al hablar la regla de oro es no causar dolor, sino acariciar los tímpanos de nuestros escuchas. Se puede comenzar por reflejar con nuestras palabras que no estamos imponiendo nada, sino que estamos pidiendo algo que la otra persona puede darnos. “Podría por favor…”, “Disculpe usted, pero le podría pedir si…”, “Sería usted tan amable de darme…”, “Cuanto agradecería su gentileza en ayudarme a…”, “Dime no si es muy difícil, pero te podría pedir…”, “Tengo un problema y creo que tú eres la persona indicada para…”, son expresiones, todas ellas, con las cuales, usando tacto, podemos pedirle a otra persona algo que sabemos ella puede hacer por nosotros. Los insultos, el desprecio, el sarcasmo, la burla, el descrédito en nuestra expresión verbal, hieren a los demás y nos alejan de las tertulias agradables.


La lengua puede ser un arma o una caricia. Es la vida o la muerte de nuestras conversaciones. Por eso, hay que saber escoger las palabras antes de expresarlas, para hablar con tacto. Una mala elección puede ser fatal. Una buena elección puede llevarnos al éxito. Nuestras palabras pueden crear sentimientos de felicidad, de amor, cercanía, gratitud y, lo más seguro, una radiante alegría. Con tacto podemos consolar, reconfortar, inspirar, motivar, elevar. Pero otras palabras pueden crear sentimientos de dolor, tensión y enojo.

Finalmente, el tacto implica que debemos darle música a nuestra voz. Me refiero a que hablemos a otros de una forma que sea una experiencia placentera para sus oídos. ¿Cómo podemos hacerlo? Con el tono de voz que sea como una bella pieza de música. El tono de voz siempre tendrá un efecto en la reacción del que escucha. Cuando se usa con tacto, es calmado y placentero. Es que cada tono de voz da una energía diferente y conlleva un mensaje específico. Un tono de voz enojado y uno que es muy suave y gentil dan mensajes muy diferentes. Frustración, irritación, molestia, ira y decepción, todas ellas pueden ser detectadas en el tono de voz. Ciertas personas son muy sensibles a esto y otras menos, pero casi todas serán afectadas. Nuestro mensaje puede ser mayormente aceptado si lo expresamos en un tono de voz que refleje comprensión y respeto. En realidad, lo más importante no siempre son las palabras que decimos, sino el tono que empleamos. Hablar con tacto y decir lo que conviene en el momento adecuado, es hacerlo siendo sensible a los sentimientos ajenos, y es darle un estilo personal a nuestros diálogos con los demás.

 

Hablar con tacto es la llave del éxito en las relaciones humanas. Y hacerlo tiene su técnica. De ello dio cuenta Oscar Wilde, cuando afirmó: “Para tener reputación de poseer el más perfecto tacto en el mundo social, debes hablarle a cada mujer como si estuvieras enamorado de ella, y a cada hombre como si estuviera aburrido de ti.”

 Por Isaac Villamizar

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