jueves, 7 de abril de 2011

** RELATIVIZANDO O EL ARTE DE VIVIR EN POSITIVO...


Relativizar es un ejercicio de madurez y de inteligencia emocional. Se define como "dar menos importancia a un asunto al relacionarlo con otros aspectos". Pese a que la definición es, a priori, muy sencilla, lo cierto es que su ejecución es una de las cosas que más nos cuesta llevar a cabo en nuestro día a día.

Desde pequeñitos se nos enseña que todo está basado en normas y en límites; que hay ideas buenas y malas y que la escala de valores de una persona tiene que ser férrea e inamovible. Bebemos de todo lo que rodea al núcleo familiar y salimos al mundo con el bagaje más o menos amplio que nos han reportado nuestros padres. Hay quien con diez años ya ha lidiado con reses potentes y hay quien aún permanece en su burbuja intocable...


Así, pues, vamos almacenando información. La mente responde a los estímulos que recibe y se convierte en un escenario para que podamos experimentarlo todo. La mente ordena y organiza. Ante el mismo acontecimiento, una mente dramatiza y otra relativiza.

Quien sabe relativizar es consciente de que todo lo que existe es transitorio, provisional y temporal. Es más fácil relativizar cuando logramos situarnos a cierta distancia de las circunstancias; de este modo se puede  mantener un juicio más equilibrado y la mente clara y serena. Muchas veces implicados por la intensidad de los acontecimientos, no somos capaces de valorar lo que la vida nos ofrece a cada momento. Hay experiencias que resultan muy dolorosas en el presente y que con el paso del tiempo, pueden tornarse en las mejores de la vida. Incluso hay decisiones que, sin darnos cuenta, pueden marcar el resto de la vida...


Escribe Sandra Martínez que "el pensamiento y la conducta están íntimamente unidos. Todo comportamiento externo, cualquier acción, viene precedida por un comportamiento mental previo, por una forma de entender los sucesos, de percibirlos, de procesarlos y, finalmente, de interpretarlos. Las acciones que llevamos a cabo son intencionales, algo las motiva y vienen guiadas por esos pensamientos que manejamos. De esta manera, nuestras acciones reflejan la valoración que hacemos sobre las cosas que suceden en la vida. Cuando nos enfrentamos a una situación o a un conflicto, decidimos cómo actuar, a menudo guiados por nuestro estado emocional, que puede facilitar o dificultar, por el contrario, nuestra capacidad para reflexionar y analizar las cosas. La negatividad no permite avanzar y lleva a más negatividad".




"Los problemas nos perturban emocionalmente y ese estado dificulta que tomemos una posición “sana” ante ellos. Las emociones influencian directamente la actitud que tomamos ante una determinada situación, pero ¿pueden controlarse? Si bien las emociones no pueden evitarse, sí pueden llegar a manejarse. Es importante ser consciente de los problemas y de cómo nos hacen sentir exactamente para poder gestionar de forma inteligente los sentimientos negativos que se desprenden de ellos. Debemos ser capaces de reflexionar sobre lo que estamos experimentando, definir nuestros sentimientos. Debemos tener en cuenta, si pretendemos llegar a manejar las situaciones que no deseamos, que nuestras emociones influyen sobre todo un proceso que nos lleva a actuar de determinada manera. Se trata de evitar que las emociones negativas nos dominen. Siempre existe una alternativa que no se ha contemplado y a menudo no la advertimos porque nuestro estado emocional no nos lo permite".



"Para manejar los pensamientos negativos debemos:

* Tratar de evaluar los problemas correctamente, con un visión heurística, global. Antes de lanzarnos a sentirnos mal sin poder evitarlo, veamos el sentido que le hemos atribuido a las cosas y si las hemos interpretado correctamente. Lo más probable es que existan aspectos positivos a tener en cuenta, que debemos intentar valorar, ya que todo aquello que nos produce sensaciones negativas cobra valor por sí solo.

* Ante una contrariedad y antes de dejarnos llevar por todo lo negativo, debemos pararnos y relativizar, es decir, considerar aspectos que atenúan la importancia de un asunto, aquellos con los que no contamos desde un primer momento, que no veremos si nos domina la negatividad, pero que podemos buscar para darles peso también. Los pensamientos negativos se enlazan unos con otros con facilidad, debemos frenar la aparición de un mayor número de éstos, que sólo consiguen bloquearnos más".



(...)


Nadie dijo que fuera fácil hacer sencillas las cosas complicadas. Nadie dijo que la vida resultara el más cálido de los paseos ni un camino llano directo a la cumbre. Hay que subir repechos, bordear precipicios, buscar agua... hay que compensar fuerza y zancada, hay que saber parar, hay que retomar antes de que caiga la noche. Nadie dijo que fuera fácil...


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