Si tuviera mucho dinero, pero en esas cantidades que parece que no duele gastarlo, me compraría unos Louboutin. Me refiero a unos zapatos, por si no controláis el mundo de las revistas del corazón y los modelitos de turno de famosas y famosillas. Sólo por darme el gusto de saber qué se siente y por constatar cuántas gracias iban a darme mis piernas por no parecer, por una vez en la vida, las del camionero calvo, futbolista y cuarentón que vive en el quinto ;-DDD (que conste que hay muchos hombres que llevan los tacones con la elegancia y el gusto de los que yo no dispongo...). Y digo cuarentón, con todo mi cariño, que es una edad maravillosa para disfrutar de la sabiduría de las canas...
Y es que a mí los tacones me huyen, no es que yo los evite a propósito; al igual que no poseo varios de los genes que otra gente sí disfruta (el arte de dibujar, el arte de ahorrar...), tampoco poseo el gen voyaestropearmelospiescontaconazosdevértigoparadisfrazarmeunratitodeprincesamediocoja. Pues no, no se me repartió esa habilidad. Pero reconozco que me atrapa cierta fiebre envidiosilla y hacerme con unos zapatos así sería algo parecido a un sueño. Un poco superficial, lo sé, pero un sueño al fin y al cabo. Por cierto, si os enteráis de uno de esos rastrillos solidarios en donde se vende ropa muy muy cara a un precio más barato (aunque igual de cara), avisadme, a ver si puedo hacerme con unos zapatos llamativos y escandalosos, aunque sea por una vez en mi vida. Total para admirarlos en el armario, pero bueno, podría tachar uno de esos propósitos de año nuevo que ya están empezando a rondarme la cabeza...
;-D
Que luego, además, está esa fantasía de muchos hombres de verse subyugados por unos taconazos imposibles; fantasía que entiendo poco pero que, por recurrente, debe ser otro equipamiento que viene de serie, en plan airbag. El tacón es considerado como un símbolo de sumisión dadas sus características restrictivas sobre el cuerpo, ya que éste limita la movilidad, afecta el equilibrio, disminuye la velocidad de desplazamiento y aumenta el cansancio corporal al caminar largos trayectos. Así que entiendo que es como un toma y daca en el arte de la seducción; me dejo, te dejas, te sugiero, me sugieres... Cuando tenga mis Louboutin, prometo hacer un pase de tacones
;-DDDD
Y aún me queda, también, aquel famoso curso de pole dance al que algún día conseguiré apuntarme; sola o con amigas pero que lo haré lo tengo claro. A ver si lo encajo en la lista de propósitos nuevoañeros... Que no sé por qué me he acordado yo ahora de este tema , pero el caso es que me apetece ese baile con barra (quizá incluso con un par de lecciones sobre cómo desnudarse y hacer un striptease en condiciones...). También soy consciente de mis limitaciones -sobre todo en lo tocante a mi elasticidad, lo sé- pero de todos modos, me apetece sentir y vivir esa experiencia que tiene que despertar los instintos más depredadores de una mujer...
Os voy contando.
De mientras,
un besito de loba feroz...
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